viernes, marzo 26, 2021

Algunas condiciones para la presencia del silencio

 

"Spiritus ubi vult spirat: et vocem ejus audis sed nescis unde veniat, aut quo vadat: sic est omnis qui natus est ex spiritu".

"El espíritu donde quiere sopla: y oyes su voz, más no sabes de dónde viene, ni a dónde va: así es todo aquel que es nacido del espíritu".

San Juan III/8

El silencio nos compete, aunque la tónica general sea el ruido y nos hayamos acostumbrado a dicha fragmentación. Esta es un modo muy sutil de control y alienación del ser humano, pero, como hemos comentado alguna vez, sin ese ruido uno no se plantearía cómo ir haciendo camino hacia otra situación, y en ese andar uno se va dando cuenta de que el silencio es simiente de libertad, de descubrimiento de uno mismo y de amor a la vida, que crea un diálogo enternecedor con el corazón. Y la paradoja es que ese silencio, que sólo puede nacer en la soledad de uno mismo, nos hace levantar la mirada y colocar nuestro corazón en las manos y ofrecerlo, nos ayuda a ver y sentir nuestros egoísmos, y en su abrazo acoger al otro. El silencio es inefable y el tratar de expresarlo es como pretender sujetar un pez en el agua, pero creo importante intentar hablar un poco de ello, por lo menos intentarlo. Hablar brevemente nos puede ayudar a sentirlo.

Creo que, si estamos animados y dispuestos a ponernos a andar hacia un estado de silencio, podemos generar condiciones que nos ayuden a que aparezca dicho silencio. Hay que decir que la propia constancia de su aparición permite en un momento dado que el silencio ya nos habite. Es una conciencia o foco más profundo ligado al propio misterio de la vida, que todo lo une en una savia común.

El silencio no se encuentra en la periferia de la conciencia, hemos de profundizar en nosotros mismos con constancia, por lo que hemos de ahondar en nuestra propia conciencia en dirección a la fuente, que es el propio silencio. Resulta indispensable ser conscientes de que es un continuo caer y levantarse, por lo que hay que tener fe y confianza, y aunque uno desfallezca, volver a la senda del andar.

Uno ha de hacerse preguntas sobre uno mismo y sobre su periplo en el mundo, pues es importante tener claro de lo que uno se quiere vaciar; hay que vaciarse y desvestirse, y quitarse ropajes y acumulaciones. Por ejemplo, habitualmente nos pueblan multitud de yoes, y claro, si me pregunto quién soy... ¿qué respondería? Lo cierto es que uno es cuanto más vacío es, pues para vivir, solo con el siendo, es suficiente. En la vida vamos acumulando tantas cosas y personalidades que todo ello lo podríamos denominar ruido, y ya cada uno ha de encontrar la senda que le lleve a ir quitando ruidos y personajes de modo que logre tomar contacto con mayor asiduidad con su yo real.

Resulta importante preguntarnos cuáles son nuestros valores, pues son unos buenos pilares para ese alumbrar de silencio en estos inicios. Según vayamos caminando, dichos valores irán adquiriendo, igual que nuestra conciencia, una mayor profundidad y nos irán iluminando en el bosque de nosotros mismos. 

Igualmente creo muy importante aprender a vivenciar el cuerpo, a sentirlo y, en este aspecto, resulta importante el trabajo postural en yoga que nos lleve a la calma, a la pausa, y que ello nos permita sentir el cuerpo con claridad, paso a paso, sin prisa, donde la mente también haya aprendido su comunión con el cuerpo. Aquí se generan momentos de silencio, atisbos que ya en el cotidiano nos sirven de referencia para saber lo que nos lleva a un lugar o a otro. El yoga postural nos ayuda mucho a saber cuál es nuestro equilibrio, nuestro centro de escucha, y para la vida diaria es muy útil para darnos cuenta qué nos desequilibra, para volver así a sentir dicho equilibrio con los ajustes necesarios, generando situaciones de pausa y, por tanto, dándonos espacio para sentir el silencio. 

Meditar creo que también nos ayudaría mucho, es otro aspecto del yoga, que suele ser el gran olvidado y que, sin embargo, según la tradición, era al estado al que había que llegar para verse a uno mismo. Así, por ejemplo, un trabajo postural tendría un buen fin si el sistema nervioso ya apaciguado, la respiración ya calmada, nos permitiera sentarnos a meditar. El ser capaces de sentarnos una vez al día de un modo constante nos ayuda mucho al vaciado del que hablábamos al inicio.

Es una vida sencilla la que también nos ayuda a degustar el silencio, una vida donde no nos compliquemos mucho la existencia por demostrarnos, ni por ser, ni por tener; donde seamos capaces de conformarnos con poco, y donde sepamos apreciar ese poco. Tanto apresuramiento desgasta nuestra existencia en situaciones vacuas, de ahí que sea necesaria una continua reflexión para no dispersarnos sin sentido.

El silencio, entonces, va apareciendo con una mayor asiduidad en nuestra vida, y ese silencio no tan poblado de ruidos nos va mostrando un corazón con claridad, un corazón ancho, y es entonces cuando el viento nos habla de determinada manera, y el espíritu nos susurra un momento, antes de perderse de nuevo en el horizonte. Nos sentiremos vulnerables y frágiles, y ello es una extraordinaria señal de que la fortaleza del silencio vive ya en nosotros.


Las Hijas del Sol- "Ikope ye Tollo" (Los pájaros están dormidos)

Artículo escrito por Carlos Serratacó

Asociación Onubense de Yoga

Escuela de Yoga y Conciencia

Huelva, Marzo 2021




 

 

 

 

martes, febrero 02, 2021

Una ética del vivir

 

"En la práctica espiritual solo hay dos cosas: te sientas y barres el jardín. No importa lo grande que sea el jardín". Dicho Zen

 

Desde que era un chaval me ha llamado la atención la ética. En la carrera una de las asignaturas que más me gustó fue Ética y Deontología, sobre todo, porque el profesor era una persona completamente atípica y enloquecida, y su discurso penetrante y curiosamente certero hicieron indagar en mí. A la par, la lectura de los clásicos me hicieron sentir el asombro de sus planteamientos, su claridad. Eso fue hace muchos años.

Con el yoga, en mi despertar de conciencia, he podido seguir haciéndome preguntas y, por ejemplo, he profundizado en el estudio de la virtud cristiana y en el budismo, sobre todo, bajo el punto de esa ética común. Con ello, he podido abrir nuevas vías de reflexión, seguir ahondando en posibles respuestas y en abrir nuevas dudas, y quizás alguna certeza.

Son tiempos convulsos, y son esas épocas de la historia en las que es importante practicar de facto una ética, un saber estar, y para ello resulta esencial mantener viva una conciencia que se exprese y actúe en consecuencia con ello.

Dentro del yoga hay de todo, como en la vida, pero creo que el alumnado que se inicia en estos lares ha de ser consciente de que la semilla que nace de su práctica nos ha de mostrar nuestras contradicciones, nuestras densidades, pues desde esa misma claridad que nace de la conciencia podemos ver dichas disparidades y direccionar adecuadamente.

Es decir, creo firmemente que el yoga nos ayuda a andar hacia un ser humano más completo, y me atrevo a decir, y no con la boca pequeña, hacia un ser humano con mayores cualidades espirituales, donde podemos poner en práctica una ética del vivir.

Es decir, no creo en el "todo vale", tampoco creo que "el éxito en la codicia significa que uno sea mejor persona", es decir, no creo en muchos de los parámetros existentes, que como es normal también empapan el yoga, pues el yoga es vida, y en la vida existen esos egoísmos.

De la conciencia nace una ética viva, y si no está viva, está muerta, y si está muerta pues mi recomendación es que ello nos tiene que llevar a una reflexión en la acción.

Creo en la responsabilidad de ser profesor, también creo en la responsabilidad del alumnado, igual que creo en la responsabilidad de ser humano.

Soy de los que tienen fe en la vida, que siente dicha y contento del vivir, que aprecia la belleza insondable del vivir y que con estas letras sencillamente pretendo decir que es ahora cuando toca tener el coraje de ser, y que dicho ser ha de apoyarse en una ética en la acción del vivir.


The Temptations-"Masterpiece"

Artículo escrito por Carlos Serratacó

Escuela de Yoga y Conciencia

Asociación Onubense de Yoga

Huelva, febrero 2021


domingo, enero 17, 2021

La dispersión hacia la continuidad o la unidad en yoga

 


Soy de la opinión de que una forma de dominio entre seres humanos es mantenerlos distraídos, es decir, cuanto menos estén en ellos mismos y más en las distracciones imperantes e impuestas, mayor beneficio para terceros bajo la modalidad de poder que sea. 

El yoga nos permite vernos y, si me veo, me doy cuenta de mí estando en mí, y desde ahí decido estar distraído o no. Hay una fuerza integradora que he nombrado más de una vez, y dicho caudal unitario se encuentra si uno se mantiene en la vía del yoga  de lo interno. Y ello es lo que señala el andar hacia la unidad, evitando demasiadas distracciones.

Pero, ¿qué son las distracciones bajo el supuesto que planteo? Por ejemplo, una gran mentira es que tenemos que "estar conectados". Para ello todo ha de ser e-inteligente y en red: el móvil, la televisión, la aspiradora, la mascota... las relaciones... cualquier cosa o situación. Sencillamente no es cierto. Nada más, no creo necesario dar demasiadas explicaciones. Es sencillo de entender, la vida no es una pantalla, aunque queramos cubrir nuestros huecos con ellas. 

La vida es para vivirla y tapar los huecos crea quesos gruyeres que se acaban descomponiendo.

Permanecer pendiente de ello, de una pantalla, es el gran pelotazo de la distracción y del dominio social. Es un simple ejemplo.

Creo que el yoga camina hacia liberarnos, de capas de caspa, o podemos llamarle capas de cebolla, o capas de realidad impuestas, y es un camino bello el ir transformando dichas capas e ir abriendo espacios en nosotros menos manidos, menos esclavos, más libres para apreciar la vida en su plenitud.

Por tanto, un buen modo de ampliar nuestro recorrido en yoga es saber apreciar y sentir qué es sentir la unidad, el yoga en nosotros, y ver qué nos distrae. Es un camino interminable pero esclarecedor. Además, esa fortaleza integradora va diseccionando cada vez con mayor facilidad lo superfluo y, en su presente continuo, va creando y discerniendo. Es decir, algo en nosotros nos va a ir diciendo los pasos, nos va a ayudar a volver a levantarnos al caer y nos va a traer la enseñanza, el aprendizaje, la dicha.

Creo necesario estar muy presente en tierra aprendiendo a entregarse en presente a la vida en real, evitando pantallas y tanta proyección.

Recordemos que el yoga ha de llevarnos hacia que nuestra vida sea más sencilla y menos protagonista. Ese es el modo de poder mirar de frente y que nuestra mirada abarque una panorámica de mayor amplitud desde lo cercano de ser nosotros, vivos, no distraídos.


El último de la fila- "Como un burro amarrado en la puerta del baile"

Artículo escrito por Carlos Serratacó

Escuela de Yoga y Conciencia

Asociación Onubense de Yoga

Enero, 2021

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