sábado, marzo 19, 2022

Una calima teñida de sangre

 

"A través del amor él me conoce verdaderamente, quién soy y qué soy. Y cuando me conoce verdaderamente, entra en mi Ser." Bhagavad Gita. XVIII.55

 Desde hace un par de días el cielo entre marrón y rojizo  cubre Huelva; por un momento me dije "Son las bombas y la muerte que tras destrozar a familias, niños, mujeres, embarazadas y jóvenes en Ucrania, los convierte  en calima y los dioses reparten sus minúsculas gotas de sangre, aquí en la punta de Europa" pues asistimos  al horror paralizados, y ante nuestra parálisis egoísta sus gotas caen bañándonos en el horror.

Lo alucinante era que al estar  nublado y denso, las fábricas nuestras aprovechaban para soltar ácido, pues habitualmente lo hacen si hay densidad en el cielo, y como el ambiente era apocalíptico, emanaban más y más acido, y así le daban al horror su olor fétido. 

Me resulta sorprendente que todo mantenga su normalidad, me resulta sorprendente que permanezcamos impávidos, que no se nos revuelvan las tripas, que no nos llegue la náusea por la situación de Ucrania, de las matanzas indiscriminadas.  

¿Es posible que tras siglos y siglos de civilización hayamos llegado a esto, a observar el horror desde el sofa o desde el móvil mientras hacemos la compra, y proyectamos el siguiente capricho, y ya está? ¿Sólo somos capaces de eso? ¿Qué somos, cuáles son nuestros valores como seres humanos, qué mostramos a nuestros hijos y a nuestros hermanos, al otro?.

¿Y toda esta codicia inmunda de ganar dinero con la guerra ?.

¿Qué hace que use un vocabulario tan diferente al habitual, siendo consciente de ello ? 

En tres semanas, a un millón de personas por semana, tres millones de personas, sobre todo mujeres y sus hijos, y ancianos huyendo de los bombardeos de misiles, bombas, y espanto. Aquí en Huelva vivimos unas 150.000 personas, tres millones son veinte veces esta cifra.

El horror ha sacado también lo mejor de nosotros creando olas de solidaridad, de envío de ayuda y de acogimiento, sobre todo de mujeres y niños. Es importante sentir el corazón y darse, compartir y abrir los brazos, pues no creo que haya una situación de ruptura de la historia tan clara como la que estamos viviendo ahora. La cuestión es que el horror en Europa ya lo hemos vivido en las dos guerras mundiales y pensabamos que ya eramos invencibles, que nada nos podía afectar y lo habíamos olvidado. 

Son momentos de dejar de mirarse en los propios parabienes de nuestra sociedad opulenta para darse al otro, a aquel que deja su vida atrás y llega aquí con una mochilita cargada de desesperanza, pero con la dicha de estar vivo.


Leonard Cohen-"You want it Darker"





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