domingo, enero 27, 2013

El yoga: un espacio creativo y de libertad


"...Me volví humilde con relación al cuerpo...Ahora tenía que habitarlo, respetarlo, amarlo, con toda la fuerza femenina, alimentarlo y comprenderlo...Mantener mi corazón en mi cuerpo se convirtió en mi práctica, y ello se ha vuelto glorioso. Incluso el primer despertar a la perfección y la gracia no se aproximó al gozo de vivir en el cuerpo, en los sentidos, en cada instante. Amo mi vida de otro modo. Se ha convertido en el espacio de la libertad. "  Una maestra espiritual

Empecemos por el principio: uno hace yoga, posturas, asanas encima de su esterilla. Empieza a tener contacto con su cuerpo, con su respiración; su atención se reparte en la postura buscando sentirse bien. Surge una actitud con la práctica, una actitud de observarse, de sentirse.

Uno va "sintiéndose", surge un sentir. "Un modo de verse". Digamos que llegamos al yoga con un desconocimiento interno de nosotros. Los músculos, los huesos, los órganos han vivido ahí, pero no les hemos prestado mucha atención. Sólo nos hemos acordado de ellos cuando hay dolor o movilizando lo externo, lo visible al realizar algún deporte.

Al permanecer en postura mientras respiramos, pues la respiración transmite nuestra atención a lo interno, vamos ganando espacio dentro de nosotros, vamos conquistando nuestro continente interno, uniendo las partes: nos damos cuenta de los brazos, del torax, del eje de la pelvis, de las piernas, etc. Todo ello, esa atención va creando ese espacio dentro de nosotros, es un espacio que se respira, que se siente, es un espacio de amor hacia uno.

En realidad surge una conciencia de aquello que sentimos.

Entonces uno se va reconociendo, se va construyendo desde dentro, surge el reconocimiento de lo que uno es. El propio cuerpo va generando su espacio natural correspondiente a cada cuerpo, a cada morfología. Aparece la armonía de lo que uno es.

Según avanza la conquista del espacio interno uno se da cuenta que no sólo es un espacio corporal, también es un espacio mental, un espacio emocional, un espacio respiratorio, un espacio espiritual. La mente menos comprimida tiene menos reactividad. Las emociones fluyen de un modo más saludable. La respiración se amplía y te recorre, te alimenta. Además, si la respiración es vida, sientes que la vida te llena.

Normalmente si uno vive comprimido en su cuerpo, aparece la rigidez. El cuerpo está duro, la mente se reitera en los mismos quehaceres, en las mismas neurosis. Y si uno es rígido, hay más facilidad para romperse.

El espacio es libertad, es silencio, cuando hay espacio puedes moverte, hablo de moverte dentro de ti, hay aire que moviliza, hay atención al conjunto. Y es muy positivo ser libre internamente. Siempre hay horizonte, hay luz.

Hay creatividad.

Pero lo más importante es que dicho espacio genera un modo diferente de sentirte. Digamos que ese espacio, aunque parezca increíble va en dirección hacia tu corazón, por eso hablaba antes que era un espacio de amor. No es que pienses en ello, simplemente la atención, junto con la respiración, junto la calma, junto con el silencio, junto con la actitud de estar en contacto íntimo contigo en una postura de yoga te lleva a tu corazón.

Una vez que sientes eso, sientes que el almendro ha florecido y tu corazón ya es un sol.

                                                                        

lunes, enero 07, 2013

Navidades del 2012


"Ya que es dando que recibimos,
y perdonando que somos perdonados"
San Francisco de Asís
Desde niño hay diversos sentimientos que me invaden con las navidades, son contrapuestos, uno es integrador, otro me disgrega.

Uno es de vuelta a mis orígenes, a mi familia, a mi raíz, a mi vida adolescente en Madrid. Llevo años fuera de la capital y cada vuelta es una vuelta de tuerca, es una espiral: de amor, de aprendizaje, de conocimiento de mi sentir con mi familia, es una ventana de felicidad. Mi madre, mis hermanos y hermana, mis sobrinas y sobrino. "El tiempo pasa pero el amor permanece" leía en un cartel cuando era niño, esa frase se me quedo grabada en la memoria.

El amor es fundamental, esencial, extraordinario y maravilloso, y resulta indispensable ser plenamente consciente de él para repartirlo con generosidad y valentía. La familia, la tribu, la base, la luz, la entrega.

Hay otro sentimiento que me invade en navidades, también desde la infancia: observar el consumo infernal, el comer desaforado, y la soledad de tanta gente en ese bullicio de personas. Pensaba: "Madrid es un desierto lleno de personas".

Me duele ver a tantas personas durmiendo en la calle, me duele verlos envueltos en mantas, buscando pequeños refugios ante ese frío seco de Madrid. Resulta que esos pequeños refugios sean muchas veces la entrada a los bancos, donde se encuentran los cajeros, es una ironía atroz y cruel.

Cuando era niño cogía comida de casa, preguntaba a mi madre si me podía dar alguna manta o ropa, y me bajaba corriendo a la calle el día de navidad para darlo al señor sirio que vendía en la esquina, encima de una caja de cartón tabaco suelto. Le preguntaba por su vida, y él me la contaba. Me sorprendía su dignidad.

Este año observaba grupos de cinco o seis personas compartiendo "refugio", abrigados todos en mantas, juntos unos a otros, pegados, unidos, envueltos hasta la cabeza, sólo se veían mantas acurrucadas. He visto esta situación en Madrid, pero también en Huelva.

Ayer andando por las calles veía los cubos de basura llenos de cajas de juguetes, cientos y cientos.

En todo este proceso interior que supone el yoga, hay algo muy importante, el ser consciente del esfuerzo que supone ser consciente de uno mismo: de sus sentimientos, de sus emociones, de su cuerpo, de su respiración, de su ser, evitando así automatismos en todos estos aspectos, evitando ser ciego ante la propia comodidad de estos aspectos. El ser consciente rompe las capas, rompe todos los muros que protegen tu corazón y se abre a la dicha, a la felicidad de ser consciente y consecuente, al acto de ser responsable de aquello que "sientes", de ser soberano de tu vida, pues sólo así uno es capaz de abrir los ojos y además de verte, ver. Uno puede comprenderse y comprender porque amar es compartir y todo ello nace de nuestro interior, de ningún sitio más. Da igual que busquemos fuera, porque fuera siempre será desierto hasta que dentro no crezcan las rosas. Objetos, formas, placer que va y viene, apegos al consumo, búsqueda de llenar un vacío que sólo es fértil si permaneces en contacto con lo íntimo de tí. Navidades del 2012.





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