domingo, mayo 22, 2011

Cádiz y el escuchador


Estuvimos el fin de semana en Cádiz, para encontrarme con mi madre y mi hermana, que venían desde Madrid. Ha sido un “finde” tranquilo, lleno de paseos y de charlas, y siempre con la alegría de volver a encontrarme con la familia.

Hace más de 16 años que salí de Madrid, estuve primero por Galicia, luego por Sevilla, y ahora en Huelva. Pero durante años, cuando estudiaba, cada escapada que hacía, era hacia Cádiz, hacia Caños de Meca, hacia Bolonia, hacia Zahara, hacia Tarifa.

El amanecer y atardecer  densos en colores, el mar tan acogedor, la vista a África, el paso al Mediterráneo, la hermosura de sus playas en ese momento no violentadas por tanta construcción. Todo ello me traían una y otra vez a sus playas.

Y este fin de semana, todo me ha venido de golpe: los viajes interminables, los campings, el dormir en la playa; el imaginarme cuando en Caños, sentado en el interminable Palmar de entonces, junto al faro, metido desnudo en un circulo hecho de piedras que me protegía del levante, me alucinaba la batalla de Trafalgar ahí delante; o cuando buscaba andando por la arena del amanecer los restos de los mástiles, o algo que trajera el mar con la marea, alguna concha mágica para convertirla en mi amuleto de la suerte.

Hubo un tiempo por entonces, que viví en la playa durante un par de semanas, tenía 20 años, y acabe allí pues se me acabo el dinero para pagar el camping Camaleón, y entonces nos juntamos mucha gente interesante en la playa.

Y por la noche, a la luz de la fogata:

me prometí que iba a escuchar todo lo que tuvieran que contar  aquellas personas únicas y maravillosas con las cuales me había tocado vivir, que no iba a interrumpir, y que iba a procurar ser lo más comprensivo que pudiera con lo que me dijeran, que no juzgaría, ni tampoco intentaría que mi opinión fuera ganadora en ningún dialogo, simplemente me dedicaría a escuchar. Y durante dos semanas escuché y escuché, y viví mas intensamente todo, aprendí mucho del silencio, de lo interesante que resulta tener la atención en el otro, de lo alucinante que resulta la vida de muchas personas, lo importante que es tener sujeta la lengua por un rato.

Luego en mis paseos ahondaba en el silencio que iba aprendiendo, comulgando con la arena mojada que pisaban mis pies, o con el ruido suave del reventar de las olas, o con la brisa que me agitaba la piel.

Este fin de semana mi hermana Natalia me comentaba una frase que le había gustado: “ hay que comprender antes de ser comprendido”, es una frase de la cual ya hablaremos. La frase me lleno de añoranzas de mis viajes juveniles, y de cuando decidí un día escuchar antes de ser escuchado.


Nina Simone/ Feeling Good


2 comentarios:

Peter Wash dijo...

Jodidos hippies...

Carlos Serratacó dijo...

JEJEJEJEJEJJE

Artículos más visitados

Amigos del Blog

Todos los artículos a un clic

Traslate