martes, septiembre 18, 2012

El chicle emocional y el centro




Con la práctica del yoga aprendemos a observarnos. Entre todo aquello que observamos se encuentran las emociones.

Muchas veces nos invaden de un modo tan poderoso que ellas se apoderan de nosotros, de nuestro actuar, de nuestro hablar, de nuestra respiración, de nuestro cuerpo. Forman nudos. Muchas generan enfermedades o simplemente nos condicionan tanto que dejamos de ser lo que somos para ser algo extremo o algo no ubicado en el centro de nuestro sentir. Ese centro real.

Me gusta el yoga porque su práctica te lleva irremediablemente a un centro, un centro interno donde sabes siempre, con plena seguridad empírica, que ese es tu centro, que ese es tu lugar de paz, que en ese lugar el agua está calma, que desde ese lugar puedes observar  dando nombre a aquello que te ocurre y poniendo los medios para volver a ese centro. Uno se da cuenta que ha traspasado sus límites, y el darte cuenta es la conciencia que te da el yoga. El darte cuenta que sí es posible vivir en armonía contigo mismo.

Es maravilloso sentir emociones. Es importante distinguir, discernir, dar nombre a aquello que nos emociona. Distinguir en caso de que se apodere de nosotros para poder así transformar, menguar y equilibrar.

 Muchas de las emociones son reactivas, es decir no hay un espacio entre aquello que produce la emoción y la reacción ante ello. El yoga te crea el espacio, y donde hay espacio hay aire, y donde hay aire hay vida.  En lo anquilosado, en la inmovilidad y repetición que produce apegarse a una emoción dañina simplemente su propia estrechez te impide actuar con cierta claridad. No hay horizonte. Eso es el chicle emocional. Lo llamo así porqué te quedas apegado como una lapa, y lo masticas y lo masticas reiterando su sabor dañino.

Somos algo más que la emoción, y desde ese centro podemos estar atentos. Lo importante es darnos cuenta de ese centro, darnos cuenta que existe. Una vez que lo sintamos, alimentamos sin parar ese sentir y de ese sentimiento que nos invade nace una nueva forma de llevar la vida, esta vida tan hermosa. Entonces las emociones buscan un espacio propio dentro de nosotros, un espacio que es nuestro corazón, es el corazón el que las filtra dándoles otro sabor, otra proyección, otra realidad.

Lévon Minassian- Concierto


1 comentario:

Unknown dijo...

Es muy lindo lo que escriben, los felicito!!
Fernanda de www.espacioluzyoga.com.ar

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