¿Cúando vuelves a escribir? Preguntan,
preguntan...
Ya ha pasado un "tiempesito",
es hora de volver.
Hoy estuve desbrozando el pequeño bosque que he ido sembrando en el campo.
Lentamente a mano, he ido limpiando una a una las hierbas altas;
tranquilamente, sin prisa. Estaba lleno a rebosar de hierbas altas, por lo que
sin pensar en el final, en la meta, en lo que quedaba, simplemente, iba paso a
paso y, según juntaba un montón, lo llevaba hacia la zona alta donde voy
echando los restos vegetales, que con el tiempo se convierten en tierra, y que
uso para rellenar las macetas donde planto precisamente las semillas de
arbolillos que voy consiguiendo y que van naciendo. Así el círculo se
completa. Todo se ayuda, todo se comprende, todo es un todo.
El pequeño bosque tiene dos aguacates, tres robles, cuatro olivos, tres
limoneros de semilla antigua, un manzano, tres árboles ornamentales de jardín
para sombra, dos nísperos, una higuera grande y dos que acabo de plantar,
un alcornoque, cuatro algarrobos, un castaño, tres pinos, dos moreras. Todos
son amigos y todos se alimentan entre ellos. El suelo es duro, difícil de
penetrar, pero yo los mimo, les doy agua, les echo estiércol de las burritas, y
los he plantado cerca unos de otros, así, por debajo de la tierra, en sus
raíces, se vuelven a ayudar unos a otros, como hermanos. Y así van, felices,
creciendo, de un modo inexorable, firmes, flexibles, atentos, amando la tierra
que los vio nacer, amando el cielo en la intención de crecer, amando a sus
congéneres, los otros árboles.
Según crecen, los pajarillos encuentran refugio entre las ramas, y les
encanta comer las moras, o los higos o las manzanas cuando están maduros los
frutos. Es hermoso verles venir, a tantos pajarillos, cantar de alegría. Las
gallinas escarban y escarban el suelo comiéndose los bichitos y ayudando así a
la salud de los árboles.
Todo se ayuda, todo se comprende, todo se une.
El yoga va uniendo los fragmentos, y esos fragmentos hacen el todo, y
ese todo eres tú. En esa de-construcción que vuelve a construirse surge un ser
nuevo, enraizado a la tierra y con la mirada al frente. Surge un ser sensible a
la vida, al amor, a la dulzura, a la comprensión de uno y del otro, a la
no competitividad, al disfrute de lo que uno es.
El bosque me arropa, me llena de felicidad. Ahora en casa, en Huelva, ya
hay en la terraza unas treinta macetas con los arbolillos que han crecido este
año. Este mes los llevaré al campo. Voy a seguir sembrando, ampliando el
bosque, para que tanta luz tenga su equilibrio con la sombra, para que la
tierra beba del agua, pues tiene sed; para que las aves descansen, para que las
gallinas paseen, para dar a la naturaleza lo que es de ella, pues yo soy
naturaleza y, en realidad, al sembrar, al cuidar, al regar, al observar con
felicidad, es mi ser el que crece, porque soy bosque, soy tierra y soy ave.