Las pequeñas rendiciones son una gran rendición
"Cada uno tiene su experiencia al
caminar"
Llega un momento en el que al practicar postura siento que he de rendirme.
Eso es porque la intención que he puesto al realizarla, la dirección que le he dado
desde lo interno es eso, entregarme.
¿Rendirme a qué?
A mí mismo.
¿Para qué?
Para profundizar en mí.
Hubo un tiempo en el que iba al límite. Supongo todo tiene su evolución y,
simplemente ahora lo veo de otro modo, no es mejor ni peor, es simplemente que
sentía que había algo más, y si cambiaba mi actitud interna iban a surgir otras
comprensiones de lo que soy.
Y así ha sido. Todo ha cambiado, y como normalmente el yoga empapa mi
cotidiano, mi vida diaria se ha ido nutriendo a la vez de dichas rendiciones,
estas pequeñas entregas.
La personalidad es necesaria, nuestra imagen que tenemos de nosotros,
nuestras ideas, nuestras verdades… pero me preguntaba, ¿y detrás? ¿Qué hay
detrás? ¿Cómo puedo atisbar un ápice de lo que hay detrás? ¿Cómo trascender todo
lo que creo que soy?
Desde el puesto de observador, por ejemplo, en la meditación, te das cuenta
de la impermanencia de todo aquello que crees ser.
¿Y que siento cuando me rindo? Al principio siento dolor, pues hay que ir
hacia el corazón, y según se van deshaciendo como un azucarillo todas esas
capas que cubren mi corazón, duele más, y cuanto más me rindo, más me duele.
Luego, me apaciguo.
¿Es esto algo malo? Para nada: es hermoso. Ahora mi trabajo interno es
seguir andando, nada más.
Mis pequeñas rendiciones en lo cotidiano implican una retirada amorosa en
aquellas situaciones donde habitualmente se generaban pequeños bloqueos.
Normalmente funcionaba repitiendo las mismas situaciones y eso me producía los
mismos resultados. Todo suele repetirse bajo diversas capas de camuflaje, pero
si somos constantes nos daremos cuenta de la profundidad de las impresiones
mentales/emocionales/reactivas, y el yoga me llevaba de la mano para salir de
ese cruce de caminos, para seguir caminando.
Rendirme ya de por sí me ha llevado hacia una apertura mayor, y lo más
difícil, pero solo al principio, es rendirte hacia el otro. Rendirte ante el
otro es una situación muy bella, abre puertas inimaginables, abre espacios
nuevos en ti mismo y en la otra persona, espacios que son lienzos en blanco, y
son humildes, pues la rendición impone humildad ante lo que sientes y humildad
de escuchar la verdad del otro.
Pues simplemente decido que no tengo verdad, que lo que pienso no es tan
importante, ni lo que creo ser, ni nada que me cree una línea de separación
contigo, o con el mundo, o con el vecino.
En la rendición que siento prima el conjunto y, claro, todo esto que estoy
escribiendo, en la sociedad actual, resulta complicado. Rendición se comprende
como sumisión, y lo que cuento no lo entiendo así.
El yoga me ha ayudado a vaciarme de mi historia personal, de mí mismo
y, sobre todo, de dejar de luchar por todo eso, de luchar demostrándome hasta
la muerte, y de creérmelo.
Solo siento que ahora ando algo más ligero, y que se va fortaleciendo
otra comprensión de ese "mí mismo", nada más.
Artículo escrito por Carlos Serratacó
Escuela de Yoga y Conciencia
Huelva
Escuela de Yoga y Conciencia
Huelva