Mostrando entradas con la etiqueta calma. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta calma. Mostrar todas las entradas

miércoles, julio 22, 2020

El yoga del recogimiento


"Entonces el bandolero Angulimala habló al Bienaventurado en verso:
Mientras tú caminas, asceta, me dices que ya has parado, y estando yo parado, me dices que no lo estoy.
Te pregunto por el significado, asceta:
¿porqué tú estás parado y yo no?

Majjhima Nikaya, Los Sermones Medios del Buddha



De las diferentes acepciones o significados que tiene la palabra recoger, me gustaría comentar la siguiente:

"Hacer la recolección de los frutos, coger la cosecha".

La práctica del yoga es la puesta en marcha, en camino, de la filosofía profunda vital.  En la puesta en acción mediante el yoga tenemos un marco básico para poner en uso nuestro cotidiano diario, y nos daremos cuenta de que en nuestra personal progresión van surgiendo flores o frutos. Lo interesante es su continua renovación de puesta al día, la atención viva a los ajustes, el desapego del resultado siendo conscientes del fruto.

Dentro de nuestra progresión dentro del yoga hay un aspecto muy importante: la capacidad de recogerse, donde nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro espíritu, recogidos y abiertos, se sienten entregados a la vida, con confianza, en una entrega a la tierra, en humildad hacia la creación. Podemos decir que una sensación de ello es que no eres el eje, sino que comulgas con el eje. Ello te permite sentir tu fragilidad, la fortaleza de la fragilidad, pues es una fuerza profunda que se puede romper en cualquier momento, pero la entrega a ello te va sanando como persona, y te permite ver más allá de ti en acompañamiento. La vida y uno mismo, o sencillamente la vida como latido común.

Por ello, cuando iniciemos la propia práctica del yoga, que generalmente se realiza mediante el yoga físico (el hatha yoga, es decir, el trabajo postural mediante las asanas), hemos de sembrar una semilla de atención hacia el recogimiento. Allí una atención viva en nosotros se entrega y se disuelven nuestros territorios y defensas, nuestra máscara. Lo que planteo es que el camino, a  mi entender, no es hacia el empoderamiento de mis capacidades físicas, creo que ahí caemos confundidos en los aspectos básicos. Creo que la postura, como simbología iniciática hacia el misterio de uno mismo, nos ha de "permitir estar en uno mismo en determinadas condiciones". Entre dichas condiciones ha de figurar el recogimiento, estar conmigo en escucha sin meta con la percepción clara de estar con uno en comunión.

Un buen modo es darme cuenta de cuándo me empodero, y mediante la práctica personal ir desestructurando los armazones a los cuales nos agarramos en tensión o no, es decir, aprender a sentir con el cuerpo la no lucha, e ir ampliando la atención hacia una calma amplia y profunda. Las posturas nos trabajan a nivel íntimo aspectos corporales, respiratorios, emocionales y espirituales. Si de por sí vivo en una sociedad revuelta en las propias exigencias convulsivas, resulta importante experienciarlas, para así introducir en nuestra práctica momentos de pausa, de visión, de calma, de recogimiento; introducir la otra mirada. Es decir, no buscar lo que ya me dan mediante inserción social de comportamiento, sino perderse en uno buscando lo que es uno.

Uno puede practicar una propia dinámica postural de yoga, digamos, díficil, pero si la atención tiene una visión en la que la exigencia no se encuentra en nosotros clara o camufladamente, el fruto puede profundizar y mostrarnos otras aperturas. Es decir, nace la cosecha. El simple acto de sentarse en recogimiento o arrodillarse en la esterilla, ya es fruto y cosecha.

Pausa para el recogimiento es lo que planteo. Un sencillo arrodillarse, la cabeza ligeramente baja con las manos recogidas en cuenco apoyadas a pie de abdomen. Un sentir la respiración. El permanecer en uno respirando. Una vez todo ello es consciente, subir los brazos inspirando y entregarse a la tierra bajando lentamente mientras expulso el aire. Reiterar, y en cada bajada agradecer, agradecer la lentitud de ser en ese momento algo diferente a lo habitual, agradecer a la vida, a la nube, al sol, a la luna. Pedir comprensión hacia los momentos que vivimos.

De noche, según van apareciendo las tonalidades azuladas del amanecer, agradecer desde el recogimiento de ser no eso o aquello, sino lo que es uno en ese instante.

Atardece y el rito de la entrega a la fragilidad desde el recogimiento nos recuerda lo íntimo y lo plural de la vida:

"Tierra hermosa, tierra herida, tierra plagada de esperanza, tierra árida y fértil, tierra..."

Del centro del pecho, del corazón, nacerán las palabras cargadas de significado, vivas, abiertas, expansivas, dulces y entonces viviré in situ el estado de yoga, uno de sus frutos, y entonces iré comprendiendo lo que cosecho en mi diario en la sencilla postura de estar recogido arrodillado como pauta y pausa de escucha, y presentarme en postración ante la esterilla desnuda, entregando mi ego-ísmo y ofreciéndome a participar.

Erykah Badu-"Annie Dont Wear No Panties"

Artículo escrito por Carlos Serratacó
Escuela de Yoga y Conciencia
Asociación Onubense de Yoga
Huelva, Julio 2020

sábado, julio 02, 2016

La rendición ante la incertidumbre




La rendición ante la incertidumbre

posted: 16 de julio del 2016


"La presencia es un estado de ser"

Muchas de las patologías que existen actualmente en nuestra sociedad  vienen derivadas por varios factores que nacen de los valores actuales. Los llamo: "los valores alienados".

Si hablo de patologías, también podría hablar de sufrimiento.

Alienado lo entiendo como que no es mi yo real el que responde ante la realidad, sino un automático ficticio que responde reactivamente con poco margen de actuación.

En ese "yo ficticio" la conciencia, o el darme cuenta, trabaja en el periférico, en los bordes. Si hubiera un centro de conciencia, es lo más alejado de él.

Por otro lado, pero íntimamente ligado con lo dicho, resulta bastante complicado "vivir nuestro presente". Las situaciones pasadas o las proyecciones de cómo quiero que sea ese presente en ese momento hacen que la situación que vivo en muchas ocasiones sea densa, es decir, que no se ciña a lo que quiero que sea esa realidad que proyecto o añoro.

Por tanto, todas estas premisas me alejan de lo que vivo en ese momento.

Podríamos sumarle una premisa también poderosa: esos vectores inconscientes no sanados o clarificados que hacen que mis acciones o pensamientos condicionen mi presente. Es decir, aquello que no he querido ver y lo he guardado en una cajita en mis profundidades, que yo creo que están  bien guardados con la tapita cerrada, pero no es así, porque desde dentro de la cajita muestran su fuerza, pero no nos damos cuenta.

Ahora volvamos a una palabra de la que hablamos ayer: la rendición.

Supongamos que acepto la realidad que se presenta, no lucho contra ella, la observo y me entrego. Y ahora aquello que me mueve internamente lo observo con la mayor ecuanimidad que pueda, y profundizo en ella sin apegarme a lo habitual de un resultado inmediato y a ser posible placentero. Supongamos que pongo el corazón a ese presente, y no estoy tanto en lo que creo que quiero que ocurra.

Sumemos: ¿y si mi doy cuenta de que no puedo controlar la vida o etiquetar por más que quiera, por más que luche, o por más ahínco que ponga en ello?

Si la vida es incertidumbre y lo acepto, ¿no me estoy rindiendo ante lo que me ofrece la vida?

Y si soy consciente de mi vida y de mi presente, ¿no es hermoso entregarme a lo que me trae la vida y rendirme ante ello, sin resistencias, sin quejas, con aceptación y entrega?

Entiendo que es importante que haya una calma consciente en todos estos movimientos que observo, de modo que pueda desde esa calma ser consciente y tomar las decisiones correctas. Es decir, tiene que haber enraizamiento, presencia, tener cierta claridad de quién soy, dónde estoy, y hacia dónde van mis pasos.

La incertidumbre es efímera pero es constante. Aprender a bailar todo ello es un camino de aprendizaje. Cuanto más practico, más bailo.



Artículo escrito por Carlos Serratacó



sábado, junio 04, 2016

Los artificios y la fuente


 Los artificios y la fuente

posted 4 de junio del 2016


La observación de uno mismo nos muestra, y ese es un hermoso trabajo interno: verte.
Uno con el yoga va aprendiendo a verse, prefiero decir, observarse.
Para observarse hay que generar unas condiciones; la principal: aprender a observarse en calma.
La calma abre aquello que es estrecho, que era lo poco que observaba de uno.

Lo poco que observaba de mí, me doy cuenta que es un artificio.
Al observar la vida, observo que los artificios crecen y desaparecen,
como las nubes impulsadas por el viento.

Si persisto en observar en calma,
me doy cuenta de la facilidad de la distracción.
¿Quién soy yo?
¿Un fugaz artificio distraído?

Profundizo.
La calma se derrama.
El silencio le acompaña.
Aquello que observa no se cansa de observar.
¿Será algo estable?

Nací desnudo.
Y me paso la vida vistiéndome con mil ropajes.
¡Qué cansancio!

Y ahora, otra vez desnudo.
Frágil, vulnerable.
Mi mirada me muestra.

Todo el día con sed,
y bebo agua.
Curioso:
 me encuentro inmerso
en un mar infinito
salado.


Miro arriba y abajo
a derecha y a izquierda
y, por más que miro,
Resulta que no hay
ni arriba
ni abajo
ni derecha
ni izquierda.

Las golondrinas dan vueltas y vueltas
chillando de felicidad.
No se preguntan:
¿porqué doy tantas vueltas?
Simplemente
disfrutan
sin disfraz.


Artículo escrito por Carlos Serratacó

Artículos más visitados

Amigos del Blog

Todos los artículos a un clic

Traslate