Antagonismo y Amor
Mucho de nuestra construcción interna se basa en el antagonismo y, con el
tiempo, las verdades que sujetan nuestra parte del antagonismo se hacen
férreas.
Mi periplo en yoga me ha llevado poco a poco, pero de un modo inexorable,
hacia la disipación de muchos de mis antagonismos. Con ello, muchas de las
contradicciones interiores han abierto espacio a un sentir más amplio, más
generoso conmigo y con el otro. Me doy cuenta que no soy poseedor de ninguna
verdad, me doy cuenta que todo ello me muestra lugares insospechados y amables
de mi alma.
La amabilidad del alma es silenciosa, es despierta y en su construcción
habita el corazón. El corazón dispone de una base irreductible, y esa es el
amor. Si del antagonismo surge el fortalecimiento del ego o la permanencia del
conflicto, o la marcación de un territorio que uno defiende con uñas y dientes,
de la observación del antagonismo propio, y de la apertura y rendición surge
ese espacio fértil, amplio en su horizonte, fructífero en su crecimiento, de
nuevas situaciones, tanto internas como externas, tanto para nosotros como para
el mundo.
Si mi pisada en la tierra tiene menos carga de antagonismo, la tierra que
piso es más pacífica.
Uno pierde protagonismo barridas las defensas desde un modo consciente.
Todo se acepta, y la mirada se hace amorosa, comprensiva, compasiva. Es
penetrar en el antagonismo, penetrar con la mirada clara y honesta, y desde la
calma y el amor, entregarse, no dar importancia a la ganancia o la pérdida, uno
solo es con lo que es, no caben explicaciones. Tu propio yoga te muestra dónde
andar, y nadie dice que ese andar sea fácil, es un andar que te descompone, te
compone, y te va mostrando lo que eres. Al mirarlo, sin miedo y sin defensas, a
tu corazón lo sientes más blandito.
Al principio da miedo mirar, pues la construcción, la edificación en la
cual te sostienes para ser, tiene una gran fortaleza, pero esa construcción,
ese ser, se disipa cuanto más miras, cuanto más penetras, y surge otro Ser más
intimo. El miedo como resistencia o barrera se desarma. Y ahí te das cuenta que
otra hoja ha caído, y que ya no es otoño, y que nacen con todo su esplendor
nuevas hojas en una nueva primavera. Y así, sucesivamente las estaciones pasan,
y en todas ellas estás vivo, aprendiendo a Ser.
Las contradicciones siguen, los antagonismos también, pero la mirada es
otra, y esos nuevos caminos internos que nacen van rompiendo capas de egoísmos,
de codicias, en definitiva, de densidades que me alejan de lo que soy, un ser
humano con corazón.
Compasivo es que comparto, comparto contigo, lo que eres. Compasivo es que
me comparto conmigo, con dulzura.
Donde observo que me muestro con vehemencia cuando me miro, y me veo
defender alguna trinchera, me rindo, y ¿sabéis?: solo nacen flores, flores de
colores de intensidades insospechadas y, ahí, con el deleite del nuevo néctar,
me asombro, me asombro de la vida, de su magia, de sus posibilidades, de su
profunda y serena belleza.
Artículo escrito por Carlos Serratacó
Escuela de Yoga y Conciencia
Asociación Onubense de Yoga
Huelva, Octubre del 2016
2 comentarios:
Maestro!! mi sendero siempre va junto al tuyo .... aprendiendo de todo lo que aportas.
Saludos.
Rocío B. Mazarío
querida rocío, soy consciente que estás ahí, libre y creciendo, tengo ganas de verte, muchos besos
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