Al estar simplemente en el instante presente,
nuestra vida se vuelve maleable y puede llegar
incluso a ser algo maravilloso.
Descubrimos que podemos meditar como un rey
o una reina sentados en un trono.
La majestad de esta situación nos revela
la dignidad que se da cuando permanecemos
tranquilos en un estado de simplicidad.
Chögyan Trungpa
Hemos comentado que mucho de la infelicidad o sufrimiento que nos ocurre surge de un mundo disperso y fragmentado interno, a lo que añadimos una tendencia permanente a la reactividad.
El otro día comentabamos un poco el tema del espacio. Del espacio interno que nace de la práctica del yoga.
Por un lado tenemos que la práctica nos apacigua de la dispersión, es decir nos centra en lo que estamos, un un momento tan importante como el instante presente. Ello nos da espacio.
Por otro lado el simple acto de relajarnos nos cambia el esquema corporal y respiratorio, y todo ello influye para que la mente, las emociones, los pensamientos fluyan más tranquilos.
En clase siempre me dicen los alumnos que en la práctica de la meditación los pensamientos son incontrolados, geniallllll, no pasa nada, ¡¡Eso es bueno!!, por lo menos "te has dado cuenta" de ello. Ahora sólo falta permanencer ahí, con presencia, y observar lo que en un inicio es dispersión, ruido.
La práctica de la meditación transformará todo a una situación más amable, más serena, sólo caber estar sentado.
Los pensamientos, las emociones no van a desaparecer, eso no es posible, pues mientras haya mente existen ambos. Lo que pasa es que somos más conscientes de los pensamientos y de las emociones, y aprendemos a no ser "un jinete descontrolado en un caballo desbocado". Somos ahora el pastor que observa al buey mientras come hierba, sin juzgar nada de su actuación. Entonces van surgiendo silencios, es cuestión de aprender a sentirlos, experimentarlos, aprendemos a prolongarlos en ese fluir constante de pensamientos y emociones.
¿Qué el objeto es controlar los pensamientos y las emociones? Para nada, la realidad no es esa. El objeto es ser más tu mismo, el objeto es llegar a tu corazón, el objeto es habitar tu verdadero hogar.
Se cuenta en los antiguos textos el momento en el cual se ilumino el Buda tras meditar y paso lo siguiente:
" La tierra se estremeció ebria de dicha, y nadie en ningún sitio se sintió colérico, enfermo, ni triste; nadie hizo mal, nadie fue orgulloso; el mundo permaneció muy sereno, como si hubiera alcanzado la perfección plena."
Talking about a revolution de Tracy Chapman