"Bikhus y
bikhunis:
os hablo de la
atención
y estáis distraídos,
de la Presencia,
y estáis ausentes.
Mis pisadas se hunden
en la arena húmeda,
y la niebla
desaparece.
Ruge el mar: aaargggg"
"Andar por el bosque y oír,
oír todo, y permanecer ahí, oyendo.
Pero no penséis perro si oís al perro,
no penséis canto si oís al ave,
no penséis crujir si crujen las hojas...
así matáis la realidad,
y ahogáis la experiencia.
Salid, salid,
si no os asfixiareis"
"Andar por el bosque y oír,
oír todo, y permanecer ahí, oyendo.
Pero no penséis perro si oís al perro,
no penséis canto si oís al ave,
no penséis crujir si crujen las hojas...
así matáis la realidad,
y ahogáis la experiencia.
Salid, salid,
si no os asfixiareis"
El yoga y la meditación nos educan para
estar atentos. No resulta indispensable practicar yoga y meditación para vivir
atento.
La cuestión en un primer paso sería: ¿por
qué nos cuesta tanto estar atentos? Y aprender a darnos cuenta de las
múltiples veces que estamos distraídos. ¿Qué ocurre cuando estoy atento?
Nos cuesta mucho estar atentos por
multitud de factores, por ejemplo, esta sociedad consumista y materialista
busca que exprimamos nuestra vida en compartimentos temporales, donde el mantra
preferido es "no tengo tiempo". Así producimos y producimos sin
parar. Los sentidos también se mueven de estímulo en estímulo, sin pausa, sobre
todo hacia el exterior. Claro, habría que pararse y ver qué producimos:
¿estrés, ansiedad, sufrimiento? o ¿calma, amor, comprensión?
También podríamos reflexionar y decir:
no estoy atento porque quiero tener controlada toda mi vida y me paso el día
planificando y creando listas y listas, pues así me siento bien, pues eso me da
seguridad, me da comodidad, ya que así no se me escapa nada, y cuantas más
actividades, más quehaceres, mejor. Claro, habría que preguntarse: ¿la vida se
puede controlar? ¿Qué huecos o vacíos quiero tapar con tanto control y tanta
lista y tanto hacer? ¿Acaso el vacío o el no hacer o la no lista hacen más
difícil mi existencia? ¿Y si dejo a mi vida que viva sin intervenir tanto, sin
caer en tanto esfuerzo?
Ahondando un poco más: sin estar atento,
no me doy cuenta de la permanente repetición de mis gestos, de mis acciones, de
mis actos, de mis amores, de mis desamores, de mis sufrimientos, de mis
pensamientos, de mi cuerpo, de mi respiración... De aquello que soy. Creo que
me doy cuenta porque me vivo en mí, pero si estoy distraído, eso es una
inercia. Y entonces surge una permanente fragmentación repetitiva donde la
distracción y la ausencia ganan la partida a la Atención y la Presencia.
Vivimos mucho en pensamiento, y la vida
se encuentra delante y dentro de nosotros. Me lavo los dientes, pero estoy pensando
en el trabajo. Voy andando por la calle pero estoy ya en el destino. Me lavo la
cara pero estoy pensando en coger el coche. Te digo "te quiero" pero
como lo he dicho ya cien veces mi "te quiero no sabe a nada, es
hueco". Yo llamo a eso: Vivir en el Olvido. Uno se olvida, simplemente se
olvida de habitar en uno.
La atención se escapa y se escapa, y hay
que aprehenderla, echarle un lazo, para vivir el momento presente, para
centrarme en unidad en un sólo momento, para ser consciente de lo que siente mi
cuerpo, para darme cuenta de dónde coloco el foco de los sentidos, para dar
intención al acto.
Cuando estamos atentos todo cambia,
resulta maravilloso coger un tomate y oír el sonido del cuchillo sobre la tabla
al cortarlo, el color rojo del tomate sobre la claridad de la madera, las
lonchas finas, la suavidad con la cual hay que cortarlas, el jugo del tomate
que se esparce, el silencio interno y la calma que supone estar atento a eso, a
la vida que hay en ello y en mí. Es hermoso tomar por la mañana el desayuno,
oír el crujir del pan en la tostadora, ver cómo se absorbe el aceite de oliva
sobre la miga blanca, ese sol amarillo, sobre esa nube esponjosa, con el rojo
en pequeñas capas por encima. Cortar lentamente el pan a tiras y masticarlo
lentamente saboreando su sabor mientras nuestra lengua y nuestros dientes desmenuzan
lo vivido.
También es hermoso decirte "te
quiero" y que todo nuestro gesto, nuestra intención, nuestra voz, nuestro
corazón estén en ello. Todo es un todo, y todo es una unidad, en unidad observo
y vivo, y la creatividad y los colores surgen, surgen ellos solos, no los
traemos ni los pensamos.
La atención nos lleva directamente hacia
nuestra realidad, no hay intermediarios, no hay excusas, no hay ensoñaciones,
no hay tanto pensamiento. Eso es lo que soy si estoy atento, y lo acepto, y me
quiero, y vivo abierto. El vivir atento nos ayuda a que haya claridad en
nuestra vida, nos permite ver nuestras reiteraciones y nos ayuda a penetrar en
la realidad y a elegir con calma y con paciencia cada momento de nuestra
existencia, estando en el presente, estando atento donde todas las ventanas
están abiertas y donde no nos apetece tener controladas tantas historias. Y si
estamos vacíos, pues bien, y si no lo estamos, pues también bien, pero estamos
y caminamos, vamos andando o nos detenemos, pero disfrutamos del viaje, no
andamos perdidos en la meta ni vivimos ausentes.
Porque estar atento es estar
vivo, y aquello a lo que estés atento alimentara tu vida, y la vida de aquello
que amas y, si practicas, te darás cuenta que cuanto más atento estés, abierto
a la existencia, más amarás la vida, más te amarás y más amarás a tu semejante,
y serás consciente de que nacerán cualidades en ti, como flores en un jardín,
la flor de la tolerancia, de la paciencia, de la comprensión, de la entrega...y
cuanto más practiques, más fácil te resultará.