"Yu
zi dijo: si quieres dureza, deberás conservarla mediante la blandura. Si
quieres fortaleza, deberás guardarla mediante la debilidad. Si te mantienes en
la blandura, te harás duro; si te mantienes en la debilidad, te harás fuerte...
El fuerte triunfa sobre el que lo es menos que él, pero cuando tropieza
con alguien igual de fuerte debe endurecerse; la victoria del blando
reside en él mismo, lo que le confiere una fuerza inconmensurable".
Vivimos en una sociedad muy tensa, y lejos de mejorar hacia otras formas de
convivencia, la tensión aumenta. El yoga nos ayuda a encontrar otros modos de
vida más de acordes con nuestra auténtica naturaleza interior, que no es la
tensión permanente.
Comentemos de un modo básico aspectos de reconocimiento de la tensión y de
la calma a modo general porque creo que nos puede resultar de provecho:
Estos comentarios parten de la base de que hay una relación clara, empírica
y demostrable entre la mente, sus estados emocionales, la respiración, el
cuerpo, los órganos internos, las ramificaciones nerviosas, el sistema
endocrino, etc. De acuerdo con la ciencia del yoga todo se encuentra
relacionado y comunicado y todo se alimenta y se nutre en común. Hablo de
nosotros, del ser humano. Todo es uno, y uno es todo.
En tensión el cuerpo se encuentra rígido, o partes de él. Ese propio
estado de tensión favorece las lesiones musculares o microlesiones; los
músculos o zonas completas se quedan como contraídas y duras. Hay una inconsciencia
corporal parcial. Sensación de acortamiento y de individualidad muscular.
En calma los músculos reaccionan jugando con el tono y el abandono, solo se usa lo
que hace falta, tienen su ritmo, se ayudan unos a otros, viven relajados. Hay
consciencia corporal y mucha atención lo que favorece el diálogo con la
musculatura para ir adaptándola a las circunstancias. No suele haber muchas
contracturas ni lesiones. Sensación de alargamiento y de acompañamiento.
En tensión los órganos internos y las glándulas vibran con la tensión muscular y
se sienten aprisionados, se pierde armonía interna, lo que implica
que no haya una buena irrigación sanguínea ni endocrina, ni unas buenas
correspondencias ni ayudas entre unos y otros en todo ese universo que es el
cuerpo en su interior.
En calma los órganos internos cumplen su función con más libertad, se favorece
el equilibrio, hay buena irrigación y nutrición de los tejidos, de los
músculos. Hay buenas sinergias y antagonismos entre las glándulas lo que
permite una construcción corporal, espacial y mental de carácter más positivo.
En tensión, por ejemplo, el sistema nervioso vegetativo que nos regula, junto con el
endocrino, el sueño, la nutrición, la temperatura, la respiración -es decir, todas nuestras necesidades
fundamentales- se ve afectado. Aquí actúan el sistema simpático y parasimpático dentro
del sistema nervioso y en tensión no hay buen rollo entre ambos. Digamos que el
sistema simpático, que busca equilibrar mediante un estado de contracción, no
para de contraerse, y contrae todo el mecanismo interno visceral. Se acelera la
respiración, la tripa se comprime, se cierra la respiración, hay una mayor
secreción de las glándulas, es decir, "todo se alarma" pues todo se
prepara para la lucha.
En calma ambos sistemas se regulan adecuadamente favoreciendo a todo el sistema
nervioso central con todas sus consecuencias extraordinarias para nuestra vida
cotidiana. Ya no hay lucha permanente, hay dos sistemas que se quieren. Todo se
encuentra mejor regulado y hay una mayor capacidad interna de escucha de
lo que es uno para ir equilibrándose en lo diario. Uno respira con sus pulmones
abiertos y la vida que entra en nosotros nos nutre.
En tensión las emociones suelen ser más negativas que positivas, y se potencian
cualidades como la ira, el enfado, la impaciencia....se favorece la tristeza,
el aburrimiento o no creatividad, la visión interna borrosa y confusa, hay
mayor desgaste por tanto, uno se encuentra cansado antes y sin fuerza. Todo es
más limitado, más acortado, hablando en el sentido emocional del término, se
extreman los juicios de valor, uno vive más al límite, en el extremo, se busca
la lucha, hay agresividad clara o sutil, uno está en permanente guerra, y se
cree que es el mundo contra él, pero en realidad es con uno mismo. En muchos
casos hay un crecimiento desmesurado del ego en este permanente hacer por
hacer, en otros surge el aislamiento. Hay sufrimiento por goleada.
En calma hay horizonte, hay cielo, hay tierra, hay perspectiva, hay centro, hay
adaptabilidad, hay paciencia, hay más consciencia de uno, hay una mayor
capacidad de amar al estar abierto a la vida, hay una mayor comprensión de uno
mismo y de la vida, hay un estado de cordialidad, de empatía con el mundo. Hay
una clara consciencia de los actos, lo que permite la regulación de la energía
y un ahorro en el hacer. Hay un respeto y uso al no hacer. Hay una mayor
capacidad de ganar distancia interna con las emociones lo que ayuda a potenciar
todo aquello que nos hacen mejores personas. Hay disfrute y el sufrimiento no
se convierte en neurosis. Hay un mayor contacto con la realidad. Hay
comprensión.
Artículo escrito por Carlos Serratacó
Escuela de Yoga y Conciencia
Asociación Onubense de Yoga
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