"Ahí, en la
desembocadura,
pasé la mañana
aprendiendo acordes,
Alba dormía, el sol
ardía,
las gaviotas
perseguían los barcos de pesca
que volvían de ese mar
espumante.
Y pluff, surgió un
breve blues..."
Con la práctica de yoga vamos educando
la atención. Si voy a una clase donde practico posturas, pues ellas me van
enseñando a estar atento a la postura. Ya he comentado mi idea de la postura,
para mí es un símbolo, una realidad, una ensoñación de un mito, una metáfora, para
mí "expresa" al alumno, le muestra como un todo, por lo que me
resulta poco importante el "hacer" postura.
Ese expresar nos va mostrando el viaje
hacia el centro, hacia una armonía, hacia un eje, hacia un equilibrio interno.
El profesor es consciente de esos cambios en la totalidad y va señalando al
alumno dónde hay espacio, dónde hay equilibrio, dónde hay armonía, dónde una
parte ayuda a otra, dónde hay que hacer hincapié y dónde no...
En realidad, les estoy diciendo entre
otras cositas: "por ese caminillo vas al centro..."
Entonces vamos creando un centro
de atención, que es diferente a pensar. Vamos creando un centro de
equilibrio, en principio como centro físico, y sin darnos
cuenta se va convirtiendo a la vez en centro "emocional". Si
hacemos una pausa, por ejemplo, para sentir, estoy creando un centro de
sentir. Todo ello se encuentra acompañado e impregnado de calma. Lo
interesante es que ese centro de atención es cada vez más patente, más estable,
más lucido y sirve de cabecera a todos los demás centros que se van sumando, y
entre todos se ayudan, y se quieren, y se alimentan para ir dando luz un foco
interno cada vez más claro.
Al estar centrados en nosotros, nos
vamos dando cuenta, por ejemplo, de que no somos todo aquello que pensamos ni somos
todo aquello que nos emociona. Bueno, lo somos si no tenemos libertad para
elegir internamente y me siento identificado con aquello que entra en el foco
de atención.
El pensamiento oprime, juzga, rasga y es
importante hacerle ver que no es el amo, para que aprenda a tener otro rol
interno donde acompañe, ayude, signifique, simbolice de un modo más amoroso.
Entonces, según crece mi centro y
decrece mi pensamiento, soy más libre, voy ganando espacio interno, el centro
gana lucidez y la distancia con lo equidistante se amplía. Por ejemplo, los
músculos ya no me oprimen tanto por la tensión, mi respiración navega libre, y
mi pensamiento no me agarrota.
Una vez hablábamos de un jardinero que
cuidaba su jardín. A mí me pasa que desde el centro veo las flores, y el sol, y
me dan ganas de coger la guitarra y cantar a la vida un pequeño blues.
¡Anda! Se me olvidaba... En ese centro
te espera tu corazón...
2 comentarios:
Gracias por ser como eres,cada día en tus clases me descubro un poco más.
Me gustaría que explicaras los distintos equilibrios... Esta mañana en clase preguntaste por el centro en yoga y una alumna te contestó "equilibrio mental" y le corregiste. Dijiste "equilibrio físico". Luego te acercaste a ella y bajito le dijiste los tipos y en orden de equilibrios que hay... el último, el mental.
¿Podrías aclarármelo?
Publicar un comentario