Frente al salón de casa, a través de la
ventana, veo las aves cómo se posan y se mueven de un lado a otro, comiendo o
bebiendo, o simplemente jugando o dándose pequeños paseos de cortejo.
Frente al salón de casa he creado un
comedero de aves al que pueden venir sin miedo a nada. En este lugar nadie las
hace daño.
Esta es una zona de cazadores, y matan cualquier
animal que se mueva. El primer año, traje veinte palomas, quedaron sólo dos.
Suerte que las aves son listas y saben, ahora tienen lugares donde descansar
sin que las maten al volar libremente o al despertarse, pues los cazadores
esperan ocultos en la penumbra de la noche para cuando ellas despierten
matarlas con la primera luz del día.
No tienen miedo. Qué hermoso es
vivir sin miedo, el miedo paraliza y nos cierra las ventanas de la existencia,
nos bloquea y nos carga de cadenas. Es una de las sombras de nuestra
consciencia que no nos permite vivir plenamente, dando densidad a nuestros
actos, a nuestras acciones, a nuestros espíritus, contaminando nuestra alma. El
miedo se cura hablando con él, dialogando, moviendo ficha, dando un paso,
abriendo un espacio de luz, mirándonos a los ojos sin turbarnos. El miedo nos
hace muchas veces cómodos, y bajo el paraguas de esa comodidad ponemos excusas
a todo porque no queremos abrir la puerta de nuestro castillo, y ese miedo y
esa comodidad nos hacen egoístas. La vida hay que mirarla de cara, abrir todas
la ventanas, que entre el sol, que se haga la noche, que amanezca, ser curioso,
bajar y tender puentes sobre el foso del miedo, y saltar si hace falta y nadar,
nadar por la vida meciéndonos al son del agua. Encerrados en un castillo donde
no entra la luz, todo es herrumbre y enfermedad, todo nos parece igual porque
nos domina la inmovilidad y nos convertimos en un bucle de nosotros mismos,
colonizados y robotizados por la rutina donde todo siempre es igual. El miedo
es la parálisis. ¡¡Y qué maravilloso es no tener miedo, y abrir la puerta corriendo
si hace falta, y mirar al otro, y sentirle hasta que una lágrima cae por
nuestras mejillas!! Tener el corazón sin miedo, un corazón limpio abierto a la
existencia, al caos de nuestra existencia, porque la existencia es eso, un caos
hermoso.
Me gusta ver las aves desde la
ventana, sobre todo las palomas. Ya hay cerca de cuarenta, estoy estudiando la
construcción de los antiguos palomares, sólo queda uno en pie en toda la zona.
Y cuando tenga oportunidad lo construiré. Es tan hermoso observar su vuelo, y
ahora, bajo la lluvia, verlas ir picando el trigo de un lado a otro, o ese
macho pesado que persigue y baila a la hembra agachando la cabeza mientras la
arrulla, y dando media vuelta sobre sí mismo la persigue, y ella mueve la
colita entre juguetona y coqueta.
Poco a poco otras aves más
perseguidas van viniendo al comedero, bandadas de tórtolas. No he visto la
tórtola andaluza, pero viene la turca que siempre ha sido amable y cariñosa
pero se ha vuelto desconfiada por los asesinos. La tórtola andaluza es
hermosísima, pero la han diezmado. Me gusta el arrullo de la tórtola, me
recuerda mi niñez andando por los bosques con mis padres y mis hermanos bajo
unos árboles inmensos, ese arrullo de amor. Las palomas también se arrullan
continuamente, es un permanente canto al amor que entra por la chimenea.
Había plantado unos pinos,
porque me dijeron que los burros no se los comen, la idea era que crecieran y
las tórtolas me invadieran con su arrullo, pero Coquelico es una comilona y no
ha dejado un pino con hojas.
Luego vienen todo tipo de
pajarillos pequeños. Estoy haciéndoles fotos para enseñárselas a Isidro, que
sabe mucho de aves, y así pueda yo averiguar más sobre ellas e ir
estudiándolas.
Día de lluvia. Me despertó la
tormenta de madrugada, parecía que iba a desarbolar la casa como un velero en
el mar, y que las tejas volarían con el viento. Me encanta esa fuerza de la
lluvia y ese ruido de tormenta, los cristales retumban y las tejas tiemblan.
Sólo se oyen las aves fuera, y
los periquitos, canarios y las perdices dentro, y la lluvia rechinar en los
cristales. El fuego ha calentado la casa, y estoy disfrutando de la cerveza
portuguesa mientras sigo ordenando mi caos de hogar, y a la vez trabajo en el
ordenata.
La conexión va y viene,
internet, pero por lo menos hay conexión. Debe de haber pocas antenas de
repetición y la señal con la lluvia se pierde, sólo puedo conectarme por GPRS.
Cómo definiríamos arrullo:
-Canto grave o monótono con que
se enamoran las palomas y las tórtolas.
-Cantarcillo grave y monótono
para adormecer a los niños.
-Sonido que adormece.
-Habla dulce con que se enamora
a una persona.