jueves, mayo 06, 2010

Descomprimido



Volvía el otro día del yoga playa y el cielo parecía derretido entre morados, rosas, naranjas y amarillos, y mientras conducía, disfrutaba como un enano ante tanta belleza, y conducía despacio como para que el tiempo se hiciera lento y el atardecer hiciera una pausa y me permitiera contemplarlo detenido en su belleza del instante.

Siempre me gusta la vuelta a casa, la vuelta al hogar, la vuelta a mis compañeros los animales, la vuelta al frío del atardecer en el campo, la vuelta al silencio. Me gusta la soledad, siempre me ha gustado, desde que era niño. Eso me ha traído inconvenientes pues me quedo ciertamente ensimismado, o en términos más claros, diríamos que me quedo “alelao”. Bien, no me importa, disfruto y poco a poco he ido haciendo partícipe a los demás de aquello que surge de mi silencio, o de mi embobamiento.

Parece curioso que mi actitud o comportamiento social sea muy extrovertido, pero en el calor de mi hogar mi disfrute sea distinto, y mis silencios sean más claros que en el ámbito social normal. A veces eso también me ha creado problemillas, pero bueno, todo es cuestión de comprensión, de empatía y de calma. Me siento bien en el hogar, en mi casa, entre los libros, la casa por hacer, los árboles con los pájaros, las nubes hermosas, los perrillos que no dejan de amarme, los burros que son ositos de peluche, las aves que cantan al mundo, ese silencio que puebla la atmosfera donde la noche se llena de estrellas, y donde la luna me ilumina el camino, o su falta me oscurece plenamente para, a pesar de ello, sentir su claridad, aunque no esté ahí conmigo.

Y hoy comentaba en clase algo que observaba mientras meditábamos, y era que disfrutábamos de la meditación pero muchas veces nuestro gesto, sobre todo facial, era de tensión. Parece una contradicción pero pasa mucho, y hoy se hizo muy patente, y lo comenté. La frente con arrugas y los ojos tensitos, y esa mandíbula apretadita. Todo ello reflejo de días y días de ir con prisas de una cosa a otra sin un momento para el embobamiento, o para la calma o para ver ese atardecer. Meditar se puede convertir en algo mecánico, en una copia de algo que se repite sin parar pero que no alimenta. Y la meditación es creación, es instante, es libertad, y es una sonrisa que me inunda el pecho, la frente, la comisura de los labios, que me llena el cuerpo. Y para meditar no me hace falta sentarme, sólo me hace falta conectar con aquello que tengo delante y vivirlo plenamente entregándome entero al momento, deteniéndome internamente para ser capaz de vivir aquello que me inunda, que es esta vida tan hermosa.

BOB MARLEY - JAMMING (Live)

http://www.youtube.com/watch?v=5WlCdiU9IzA

No hay comentarios:

Artículos más visitados

Amigos del Blog

Todos los artículos a un clic

Traslate