Una minúscula figura pesca en la
inmensidad. Es una figurita pequeñita, que pacientemente espera.
Muchas veces creo que nos perdemos en lo
minúsculo de las pequeñas cosas y las enredamos y se convierten en nudos,
dramatizando lo insignificante. Más con la prisa que llevamos siempre, -por
cierto, es un tema que solemos sacar una y otra vez en clase o por aquí en el
blog y lo vamos comentando, pues creo que es importante-, con esa prisa hay una
mayor tendencia a perder la espontaneidad, a perder cuotas de libertad, a
robotizar los actos. Al final el cuerpo acaba con bloqueos, vamos perdiendo
sonrisa pues la cabeza está llena de ocupaciones y la mandíbula se va poniendo
rígida, y el espíritu se hace pesado. Todo parece centrarse en nosotros y
muchas veces no nos damos cuenta de que queremos ser el centro de todo. Como
una peonza que parece estar en equilibrio dando vueltas pero acaba por caer.
Me gusta la figurita de la foto pues me
hace sentirme minúsculo en esa inmensidad, ser un grano de arena entre tanto
cielo y agua, a esperar que los acontecimientos ocurran, pues llevan su ritmo
sin querer ser nosotros el eje permanente que hace girar el mundo. Tener la
paciencia de estar ahí simplemente respirando la soledad de la pequeñez, lo de
menos es el pez. Pues, si tienes prisa permanentemente, el pez de la vida se
escapa entre las manos. No importa si lo pescas o no, importa el gesto, el acto
de vivir ese momento, no de añorarlo o de figurarlo.
“El momento presente es un momento intemporal, y un momento intemporal es
eterno; es un momento que no sabe de pasado ni de futuro, de antes ni de
después, de ayer ni de mañana. Penetrar profundamente en este momento presente
es, pues, sumergirse en la eternidad, dar el paso que nos hace atravesar el
espejo y nos adentra en el mundo de lo que no nace y de lo que no muere”.
Ken Wilber
Stevie Wonder - Superstition live on Sesame Street
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