“Mi única religión es la del amor porque en ella me siento unido a la vida”.
Ibn´Arabí
Tras un breve paréntesis, tras un verano plagado de emociones, de
despedidas, de amaneceres, de descubrimientos, de soles, de flores, de dolores,
de clases, de felicidad, de mar, de sudores, de misterios parece que quiere
empezar el otoño, el curso, de nuevo todo se pone en marcha y ahora, recogido
en mi hogar, tras estar reflexionando, estudiando, escribiendo para el curso de
fin de semana, siendo ya la medianoche, recordaba al poeta, filosofo y sufí
español, murciano él, que captó tan extraordinariamente la esencia de la
existencia.
Hemos comentado alguna vez que el yoga es un proceso muy amplio que abarca
varios aspectos que nos hacen reencontrarnos con nosotros mismos; que, en ese
viaje tan hermoso que nos lleva hacia el centro de nosotros mismos para luego
hacer un viaje de vuelta hacia la inmensidad, resulta fundamental el silencio,
resulta vital la atención. Atento para darme cuenta de mi presente, atento para
estar presente ante la vida, para no dejarla escapar y para que ella nos vaya
llevando sin que nosotros pongamos tanto esfuerzo en querer dominarla. Y, en
ese proceso de educar la atención interna, resulta indispensable educar también
el silencio interno, porque sin ruido hay claridad, sin ruido me escucho, me
siento y puedo llegar a mayores profundidades, y aflorarlas, y entonces nos
damos cuenta de que en esa creación permanente de conciencia nacen flores de un
corazón muy grande que tenemos, y ahí, entonces, resulta hermoso tener el
corazón en la mano, estar atento a dar con él, estar atento a recibir, en definitiva,
que la vida fluya, porque así podremos vibrar en cada momento.
La atención y el silencio generan amor, la atención y el silencio generan
conciencia, ambos nos conectan con la inmensidad y, lo más importante, nos
conectan con nosotros mismos, con el otro, con la vida.
Mere Gurudev - Krishna Das sings with Deva Premal
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