viernes, junio 17, 2011

Un "limonsito", un amanecer y un mar amarillo


Desvelado, me levanto al amanecer y echo mucho de menos el campo, el aire, la tierra y al pequeño Poirot, al Prana, a Thor, y a Azabache, mis perros. A Coquelico y a Mariano, los burros. Amanece y amanece, y parto para el campo buscando algo, apaciguando un estado. Las fábricas siguen echando humo entre retazos naranjas borrosos mientras con el coche avanzo lentamente por la autovía.

En casa, todos me reciben alborozados, se les ha hecho muy duro ya no viva allí. Y empiezo con las tareas de llenar de agua los bebederos, que son muchos y he de hacerlo tranquilo para no desperdiciar el agua. Dejar preparada la comida para un par de días, apilar la paja para los burros y el pienso para los perros. Dejar el maíz y trigo para las gallinas.

He plantado frutales este año, por lo que debo estar permanentemente atento pues el sol ya es abrasador, y he de cuidarlos con mimo para que estos primeros años se hagan fuertes y crezcan adecuadamente.





He plantado entre otros árboles, un pequeño limonero, de sus pequeñas flores blancas ha nacido un pequeño limón, y la verdad, lo he visto hoy, y me ha enternecido. Las razones, "ni idea", no siempre hay razones  para los sentimientos.

Y la mañana ha ido pasando entre las faenas habituales, he procurado disfrutar cada momento que podía, y he permanecido en "escucha", en escucha de lo que sentía.


En un mundo donde todo va de prisa, donde nuestra frase preferida es "no tengo tiempo", el llegar al campo y ver como los arbolitos van a su ritmo, las sandías en el huerto al suyo, las gallinas ponen los huevos cuando les apetece, hacen que me encuentre con esa realidad en vivo, y eso me haga detenerme y decir "¿por qué tanta prisa?".

Hemos convertido las frutas, las verduras, los animales en meras maquinas de producir. Ni sabemos lo que comemos, ni de dónde viene. Las empresas tecnológicas producen semillas que sólo dan el fruto una vez. Ya no puedo guardar las semillas de un año a otro, he de volver a pagar por ellas.

Me gustaría saber ¿quién hace mi pan, quién cultiva mis tomates de la ensalada, quién ara esa tierra?. Me gustaría agradecerle su esfuerzo, su amor por lo que hacen.

El pequeño limón me enternece, y me alucina lo lento que crecen los árboles y la verdura, y como, si yo les cuido ellos me lo agradecen dándome su fruto, y los arboles su sombra, y de esa sombra surge un aire delicioso que me calma el calor de la piel. No estoy por encima en esta tierra. Compartimos algo: un modo de vivir, una intención en el fluir.

Vuelvo a la ciudad a las clases.

Flores amarillas me persiguen mientras vuelvo, son tan hermosas.

El tiempo siempre es mental. En yoga la postura, la asana me hace sentir mi cuerpo y mi respiración y me pone en contacto conmigo. Ahora en el campo, la tierra me conecta, su saber estar me enseña, me da la oportunidad de ser por breves momentos un velero que fluye en un sentir eterno y hermoso, olvidándome de trabajos, listas interminables, hipotecas y demás quehaceres. Me da aire.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustan mucho los limones

Carlos Serratacó dijo...

je, no sera por un antiguo limonero, en un patio, en un pueblo, un limonero oloroso, precioso, lleno de verdor, que te trae recuerdos????

Artículos más visitados

Amigos del Blog

Todos los artículos a un clic

Traslate