domingo, agosto 28, 2011

Oliendo el otoño


El viernes sentí el otoño en la piel, lo olisqueé, lo percibí. Intuí que había llegado. Las hojas ya empezaron a caer hace una semana, pero el viernes simplemente lo sentí.
Suena a una sensación sin sentido, pues todavía estamos en agosto.
Cada uno tiene sus sensaciones.
Dos días donde el aire corre de otra manera, donde los animales están menos asfixiados. Hay una humedad en el ambiente que no es pasajera. Y el campo habla.
Con el otoño empieza para mí un nuevo curso. Aquí en Huelva sería el séptimo año yoguico. Me gusta reflexionar mucho antes de empezar el curso, poner sobre el papel mi vida en un esquema, y ver de qué prescindo, y apuntar que puedo añadir, anhelar para crecer más.
Trato que cada curso sea un avance, un asentar, un madurar, un descubrir.
Ponerme pequeños retos, o dibujar mis sueños, y ver cómo puedo plasmarlos.

Seguir educándome en la calma, en la comprensión, en la paciencia, en la entrega.

Mantenerme en aquello que creo, adaptarme, y no resistirme a los cambios, vivir sin dañar, juzgar lo menos posible, dejar pasar más.

Que caigan las hojas de mi ser, y que el otoño y el invierno me enraicé, y me ayude a profundizar más en lo que soy, para que cuando llegue la primavera, los brotes de hojas que nazcan crezcan luminosos, y puedan dar su fruto.
B.B. King-Live in Africa 1974

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