"En la vida tribal, uno de ve forzado a vivir despacio, experimentar el momento presente y comunicarse con la tierra y la naturaleza. Uno está obligado a ser paciente, pues nadie parece encontrar sentido a apresurarse."
Comentarios sobre el pueblo dagara (Ghana, Costa de Marfil y Togo)
Sobonfu Somé
La práctica del yoga genera un estado de "centro" y uno es más consciente de su "dispersión". Genera una actitud interna que uno mismo va reconociendo.
Uno puede llegar al yoga por mil razones, pero hace falta ya una actitud previa, una disposición para poder estar con uno mismo y darnos cuenta de nuestra dispersión, darnos cuenta que podemos estar centrados. Para ello es fundamental entrar en contacto con la calma.
Es como si llegáramos a clase fragmentados, como si fuerámos un puzle vital, y sucesivamente las clases van formando una unidad en nosotros. Llegamos en dispersión, luego caminamos en calma y con la mirada al frente. Pasamos de actividades externas cargadas de pasión a otra interna.
Cuando realizamos posturas, por ejemplo de pie, hacemos una postura a un lado, pasamos por el centro, y vamos al otro lado, luego volvemos al centro, cerramos y sentimos. Todo ello es una metafora. Uno parte del centro de la esterilla, se abre y vuelve, se abre y vuelve. Todo parte del centro. No es por tanto sólo un centro físico, es también un centro emocional, respiratorio, es un espacio de calma, un lugar de mayor reajuste. Por ello es importante que cuando vayamos de un lado a otro, no estemos dispersos, que el centro nos permite, nos da lugar para ajustar la postura, ajustar lo que somos, antes de pasar al otro lado. Siempre hay tiempo para sentir, para ser.
Hay que huir de la mecanización de la postura, por ello la respiración siempre nos recuerda nuestro momento presente y la tierra virgen que pisamos en ese momento. Surge algo nuevo en cada momento, sólo hay que estar ahí para "verlo".
Luego ya puedes estar de pie, sentado, tumbado o como quieras, pero el espíritu de tu centro no lo pierdes.
Desde lo interno, desde ahí nos damos cuenta de nuestra fragilidad, nos hacemos responsables de lo que somos.
Por eso digo mil veces que esto del yoga no es cuestión de algo externo, es una experiencia empírica interna donde la calma va naciendo, donde el estar centrados nos pule, donde se abre ese espacio de sentir, donde te sientes lo que eres.
Ese continuo reajuste, ese continuo volver al centro se proyecta en nuestra vidas, y uno se da cuenta entonces cuando es un zombi y cuando es un ser vivo, cuando vivimos en dispersión y cuando no.
No es posible estar viviendo permanentemente centrados pero el yoga si abre la llave para que te des cuenta de esas dos cualidades que se atraen y se repelen, que se unen y se separan, y la práctica las convierte en una por mayor tiempo, te da unicidad.
El estar centrado crea mayores condiciones para ser consciente de lo que es importante en nuestra vida, nos permite por ejemplo llevar la atención a los momentos que nos traen mayor felicidad. Nos permite reajustarnos, adaptarnos con mayor facilidad en nuestra vida cotidiana.
Love Has Finally Come At Last - Bobby Womak