Había pasado casi un año, y la convocatoria anterior la había anulado porque venía el mal tiempo y por ello pensaba que íbamos a juntarnos unos poquillos.
Pero según fue avanzando la tarde todo fue una excusa para el reencuentro. Para la alegría de vernos y compartir un rato juntos.
Estuvo genial. Y tras la sesión de yoga cenamos mientras atardecía.
En las clases se crea un estado de sentimiento, un "sentir", y se forman unos lazos invisibles, eso te llena de alegría. Los lazos se refuerzan, se alimentan de nuevo, se agradecen, se comparten. Sentimos al unísono. El viaje lo hacemos cogidos de la mano.
Paco de Lucia - Entre dos Aguas
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