"Tumbao" en una playa. Es por la tarde y el sol suavizado calienta mi
piel. Hay bastante gente. Hoy hemos ido a una playa popular, no una playa
solitaria y abandonada de difícil acceso. Esta es una playa con su paseo, sus tiendas,
sus tumbonas y sus patinetes náuticos.
Hay americanos, ingleses, alemanes,
portugueses, italianos. Familias en su mayoría. Todos disfrutamos de la
placidez de estar en familia, de jugar con nuestros hijos, de construir
castillos de arena. De meter poco a poco el cuerpo en el agua helada. De reír
en la libertad de no estar ocupados. Hoy el mar se encuentra en calma.
Observo que algo rompe el equilibrio de
la escena. Varios niños nadan en diferentes direcciones, “nadarán para coger
calor”, pero no, persiguen algo. Desde el cielo caen patos, y los niños los
persiguen mientras los patos caen al agua, y “congelados y huidizos
huyen como si los persiguiera el diablo”.
Parece que una bandada de patos se ha
perdido en el cielo, y han ido cayendo frente a una playa llena de bañistas.
Nadan los niños, se acercan a los patos cuando estos se detienen, y los patos
siguen huyendo, trazando líneas sin orden en el agua con niños intentando
cazarlos. Son en zigzag las trazadas en el agua que dejan los patos y los perseguidores.
La gente se va agolpando en la orilla.
Los encargados de alquilar los patinetes arrastran desde la arena una zódiac
hacia el agua. La lancha, rauda, veloz va rodeando a los patos más alejados y
los acerca. Asomados a estribor cogen los que pueden y los meten en jaulas de
plástico.
La bandada de patos es grande. Hay
muchos patos.
Van llegando desde el mar niños a la
orilla, cada uno lleva un pato entre las manos, “los sujetan mal, les van hacer
daño”. Tienen en la cabeza un antifaz rojo y su cuerpo es negro y blanco. No
pueden volar, es como si el terror y el agua helada les hubiera inmovilizado
las plumas. Un pato se escapa en la arena, corre y corre, la muchedumbre se
aparta, los niños lo persiguen. Se escapa en la arena un segundo pato que
llevaba un niño en las manos, otro grupo lo persigue. En un momento, por la
playa corretean patos despavoridos y voces en varios idiomas los persiguen.
En el agua siguen nadando detrás de
ellos, y a la playa siguen llegando niños sujetando patos.
Ya son varios pequeños grupos de
personas de pie mirando. Varios patos huyendo asustados. Varios niños sujetando
a un pato, andando por la playa felices con la caza. Pasa un hombre con un pato
en cada mano, los sujeta por las alas. El hombre se pierde en la lejanía “tiene
todo el gesto de comérselos”.
"Nadie decide nada: qué hacer con
ellos, cómo apaciguarles, cómo cuidarlos, dónde llevarlos o qué hacer para
devolverlos a su hogar, el cielo"
La zódiac llega a la orilla, sacan dos
jaulas llenas de patos.
Sigo "tumbao". Sigo observando
la escena que se va difuminando. El viento empieza a levantarse. La playa va
recobrando su orden interno.
"Unos patos desorientados cayeron
en una playa, ya no están volando libres por el cielo, ¿Qué les hizo perder su
rumbo? ¿Dónde están ahora?
Fijo mi foco de atención en mi hija y
decido dar un paseo con ella. Todo es apacible. Parece como si nada hubiera
ocurrido.
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