viernes, abril 20, 2012

Por el río con Coquelico



Cuando hace buen tiempo nos vamos andar Manuela, el que escribe y  Coquelico por los caminos. Vamos buscando lugares "especiales". El propio andar y la intuición acaban por llevarnos a lugares hermosos.

A Coquelico le encanta andar. Es otro modo de domarla. Es importante se acostumbre a ir al paso. Es curiosa y nerviosa. Por ella saldría corriendo, pero he de llevarla atada en corto. Nos ha costado muchas salidas acostumbrarnos a andar tranquilamente. Hay que pensar que es una burra salvaje en proceso de doma, y hay que asumir que la tengo muy mimada, y ella lo sabe. Por lo que la combinación resulta curiosa.

Para domar hay que "trabajar" y "manosear" según los antiguos, es lo que me aconsejan los hombres ancianos a los cuales voy preguntando trucos para avanzar en la doma. Trabajar es que la burra realice actividades contigo, por ejemplo andar junto a ti. Y manosear sería ir hablándola y ser cariñoso con el animal. Que se acostumbre y que le resulte agradable tu presencia


Andando por los bosques y los caminos llegamos a una prado lleno de margaritas, y allí nos tumbamos. Coquelico comía golosa la hierba. La veía tan feliz, que digo : "La voy a soltar un poquito, que disfrute, y como está tan a gustito, y estamos aquí todos disfrutando pues seguro que se queda tranquilita pastando".


Y salió corriendo alborozada pegando patadas para un lado y a otro en cuanto la solté; "malditas ideas las mías-me dije", y en un momento ya había desaparecido por el bosque. Salí corriendo tras ella, parecíamos un gato y un ratón, pero en plan burro. Pues un "bisho" de estas características corriendo es como un tanque "panzer" de la segunda guerra mundial dispuesta a arrasarte, y más si está mimada y medio salvaje.

Finalmente nos pusimos de acuerdo Coquelico y yo, y acabamos el juego de cazarnos. Entre correr y correr llegamos a un campo de olivos precioso, a la orilla de un río, unos olivos ancianos, brillantes, llenos de luz y de verdor. Una capa de pequeñas florecillas rojas cubría el olivar. Era un lugar mágico. 

Y allí pasamos las mañana los tres, llenos de felicidad.

Los Ronaldos- "No puedo vivir sin ti" (repetimos pero en directo)

Los Ronaldos- "El Guru"

1 comentario:

Pilar Arenas Nieto dijo...

Veo que también te gusta plasmar y hacernos partícipes de tus vivencias. Me gustan tus relatos, descritos de manera clara y sencilla. Logras transmitir tu sentir al lector y provocas una sensación de conciencia sobre los pequeños momentos que poco apoco tejen la felicidad de lo que después serán gratos recuerdos.

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