miércoles, agosto 23, 2023

El corazón del yoga

 

"Al mostrarse la Aurora temprana de dedos de rosa,
lo primero de todo al océano divino arrastramos los bajeles,
cargamos las velas y el mástil, los hombres,
embarcando, ocuparon los bancos y todos en fila
comenzaron a herir con los remos el mar espumante" Homero

El dibujo del corazón en la arena es un símbolo desde los orígenes de la humanidad, donde las millones de olas que recorren y borran  sus trazos de eternidad, en un constante fluir de nacer y morir, de iniciarse y recogerse, de recorrer  suavemente burbujeante con una gran fortaleza interior calmada la superficie del mar para volver acariciar la tierra, y deshacer el corazón una y otra vez, en su continuo renacer, nos sirve de ejemplo para expresar el corazón del yoga.

Cómo es posible que en los tiempos que vivimos, con tantas guerras, codicia a doquier, con seres sonámbulos adormilados en su sueño materialista y egoísta; con un planeta, la tierra, que ya ha iniciado sus estertores de fuego entre tanto humo y esquilmación de recursos; y con este panorama en el cual vivimos,  el yoga  mantenga unos modos de vivir la vida, de sentir el planeta, de vivenciar a los seres, bajo premisas tan diferentes a esto homogéneo tan primario que llamamos modernidad.

Lo cierto es que jamas me había hecho la pregunta de un modo tan directo. Sencillamente hace muchísimos años, pude sentir, intuir la esperanza que anidaba en el yoga, y lo que hasta entonces había sido mi vida, quedo atrás, e inicie un camino nuevo, del cual tras muchos años recorriéndolo, me encuentro plenamente satisfecho de la decisión, y profundamente agradecido hacia aquellas personas que plantaron las semillas en mí, y agradezco igualmente en postración a los maestros de antaño, por ser perseverantes en la humildad que supone recorrer el camino del corazón puro.

Pues el yoga es darnos cuenta de nuestras impurezas entre muchos aspectos y por defecto, de la impureza del corazón, y con entrega y amor, vamos limando y dando brillo, sabiendo que muchas veces parece un trabajo inútil, sin meta recurrente, sin ganancia ninguna, pero dentro de nosotros sabemos que no es así, que la mancha es necesaria pues de allí surge la consciencia, y que el yoga es ese continuo equilibrio y descubrimiento de lo que uno es, de lo que la vida es bajo una mirada despierta.

Por ello nos gusta el sabor salado del mar, el mojarnos y nadar aunque sea contracorriente en estos océanos de lo interior, y de la realidad que va surgiendo, y aunque la forma de las apariencias de las olas borren el corazón una y otra vez, nosotros permanecemos como ese mar, unidos en un hilo invisible a ese corazón, sintiendo la profundidad de la existencia con dicha,  inmensamente felices de dicha unión, y nuestro corazón no tiene miedo a estar abierto al sentir, ni tiene miedo al dolor,  no tiene miedo, por lo cual nos vamos enriqueciendo y  nos alimentamos de ello, sin tantas trabas y sujeciones.

Educamos las diferentes partes de nuestro ser : la mente, el cuerpo, el espíritu, para así ayudarnos a sentir,  resquebrajando capas como un picapedrero, donde su martillo es la dulzura y lo sutil, y su cincel la constancia y penetración, sin conformarnos con aceptar estas formas de alienación de lo políticamente y socialmente correcto pues no queremos cegar el corazón, pues nuestro trabajo es sentirlo, y no queremos que nuestro corazón consciencia disminuya, sino que crezca.

¿Eso nos hace especiales? Para nada. El objeto lo dije hace no mucho: conviene transmitir sin llamar la atención, hacia un recorrer de disolución.

Cada vía es aceptable, así como que cada uno genere su propia historia aceptable, y cada uno la narre como quiera.

 El yoga es cambio, es descubrir lo habitual para mutarlo, donde la base es ese corazón que hemos ido alimentando. Aquí depende de que nutre cada uno su corazón.

Resulta curioso que sean fundamentos como la atención hacia aspectos de uno mismo, una interioridad flexible y adaptativa, un silencio hermosísimo,  una escucha amplia y empática, y un respeto primigenio al camino alguna de las bases para ir vislumbrando un corazón lucido que late, y el renacer de un alma de niño  que vuelve a aparecer una y otra vez, aunque parezca que la rutina de lo recurrente o de lo impuesto parezca devorarlo.

Ahí, al fondo, late el amor fresco y la mirada clara, el arroyo que fluye de una fuente serena, la fuente del corazón del yoga plagada de abrazos de primavera y besos de flores.

Telémaco cuando decide salir en busca de su padre Ulises, en un amanecer de dedos de rosa, en un  aparente quebradizo bajel de madera, lo hace tras tomar una decisión, tras ver lo que ocurría en su hogar. De igual modo, seguir el camino del yoga es una decisión al ver el hogar que nos habita.

 

Artículo escrito por Carlos Serratacó

Huelva, agosto 2023

La sonrisa de Julia- "Arroyo claro" 

Lole y Manuel- "Al alba con alegría"

lunes, agosto 07, 2023

El yoga como camino hacia la reducción del egoísmo





"Para apreciar la grandeza de una montaña hay que mantener la distancia; para comprender su forma, hay que rodearla; para comprender sus estados hay que verla al alba y al ocaso, a mediodía y a medianoche, con sol y con lluvia, bajo la nieve y en la tormenta, en primavera, verano, otoño e invierno. Quien pueda ver la montaña de esta manera se aproximará a la vida, que es tan intensa y variada como la de un ser humano. Las montañas crecen y merman, respiran y palpitan. Atraen energías del entorno y las acopian: las fuerzas del aire, del agua, la electricidad y el magnetismo. Engendran vientos, nubes, tormentas, lluvias, cascadas y ríos. Llenan de vida activa los alrededores y y dan refugio y comida a innumerables seres. Tal es la grandeza de una montaña..." Anagarika Govinda


Posiblemente ahora que está tan de moda el yoga, y ya los medios lo usan como referente,y las empresas como uno de los motivos recurrentes en sus anuncios, sea importante recordar que en el yoga lo menos importante es ponerse boca abajo en un lugar público, por ejemplo en la playa ,o en el gimnasio, o ante el alumnado en la sala de yoga, quitándote previamente antes la camiseta para mostrarte con el torso desnudo, o colocar en nuestra foto de perfil del wasap dicha postura, Sirsasana.

 Lo de ponerse boca abajo lo digo como un decir, como una ironía, pues el yoga no consiste en un muestrario postural sino en un modo de vida muy profundo y vivo donde una serie de valores sobre la vida se ahondan y  se comparten, se transmiten y se muestran en una solidaridad ejemplar, donde uno es la parte principal en ese recorrido.

Ese recorrido va menguando nuestro egoísmo, nuestras complacencias, nuestras comodidades, nuestras reactividades, y nos mantiene vivitos y coleantes ante el acto tan hermoso que implica un vivir despierto, donde no es importante mostrarse, precisamente en esta sociedad de escaparate y de colonialismo virtual, sino  que adquieren importancia los pequeños detalles en el día a día, donde el horizonte es cada paso que das, y donde tu espíritu no se encuentra presionado por la codicia ni la inmediatez que te exigen para vivir, y que adquieres como  algo propio para ir consolidando el fundamento egoísta, y sumarte así a este absurdo que nos muestran como algo real y razonable.

El yoga tiene un aspecto revolucionario esencial, y así ha sido siempre. El pensar que porque ahora se encuentre en todos los sitios, y se  registren patentes de las posturas, o hagan yoga con nombres de risa, no le hace perder a esta ciencia milenaria su raíz revolucionaria, ni su objeto de amor solidario y compasivo, de realidad penetrante sin artificios acomodaticios.

Digamos que el yoga resistirá ante tanta gilipollez, pues su corriente emerge del propio misterio del vivir, de la belleza de la vulnerabilidad del acto del ser humano, del hecho de ser un Ser vivo, del milagro de existir.

Andaba por Huelva y observe el hogar de una persona bajo dos bancos, su equipaje eran un par de botellas de agua, y un pañuelo que había encima del colchón, también disponía de un trozo de cartón.

Me río de las hermosas vacaciones pagadas, de las playas llenas, del fin de semana en los centros comerciales, de estar atontaos mirando una pantalla con móviles que valen más que un sueldo mínimo, me rio de ello, ante la realidad zen de ese colchón bajo dos bancos de madera.

Para aprender a ver el universo en Sirsanasa, uno antes tiene que haber practicado durante años la postura de Tadasana, la postura de la montaña. Donde uno se descubre en su eje, con los pies asentados en la paz de su realidad, y donde uno es capaz de mirar a la vida con el corazón abierto habiendo realizado un trabajo meticuloso de presencia ante lo que uno es, y donde uno desde luego, se hace consciente de lo que significa el yoga, y quizás tras mucha práctica en la experiencia del vivir bajo esos fundamentos, uno pueda ponerse boca abajo para menguar un poquito tanto ego solar y dejar que la invisibilidad de la luna nos equilibre para ver el mundo al revés.

 Intro

los Chicos del Maíz-"Paraisos Artificiales"


Artículo escrito por Carlos Serratacó

HUelva, agosto,2023


Artículos más visitados

Amigos del Blog

Todos los artículos a un clic

Traslate