sábado, enero 15, 2022

La mirada de Trueno



"Los vagones eran doce, y nosotros seiscientos cincuenta; en mi vagón éramos sólo cuarenta y cinco, pero era un vagón pequeño. Aquí estaba, ante nuestros ojos, bajo nuestros pies, uno de los famosos trenes de guerra alemanes, los que no vuelven, aquéllos de los cuales, temblando, y siempre un poco incrédulos, habíamos oído hablar con tanta frecuencia. Exactamente así, punto por punto: vagones de mercancías, cerrados desde el exterior, y dentro hombres, mujeres, niños, comprimidos sin piedad, como mercancías en docenas, en un viaje hacia la nada, en un viaje hacia allá abajo, hacia el fondo. Esta vez, dentro íbamos nosotros" 
Primo Levi-"Si esto es un hombre"


Han pasado bastantes meses desde  que sentado me puse a plasmar alguna líneas. A mi me resulta necesaria una pausa, un silencio, y andar con Trueno, el burro que mira el horizonte  por el bosque o Max, el mastín. He dejado que la vida viva en mí y aquí estoy de nuevo.

También me he dedicado a  observarme en mi evolución, a ir avanzando paso a paso donde ha primado la presencia en el campo y la lectura, y el ir recuperando la salud. El aire frío de estos días me infunde una alegría de vida, el propio quehacer de generar calor preparando la leña, o atendiendo a mis compañeros los animales, o profundizando en la casa o creando vida removiendo la tierra, las semillas. Lo cierto que ello es una alegoría de lo interno, de mis propias semillas que van floreciendo pues pongo atención en regarlas.

El silencio me ha acompañado mucho, un silencio sanador que se ha convertido en un espacio indispensable. Resulta curioso muchas veces observar el propio ruido interno y externo desde ese lugar calmado. No verse arrastrado ni deslumbrarse ante el propio ruido de uno. Es tan cansado estar dando lustre todo el día a los zapatos, para que brillen y estén perfectos, que el estar conmigo resulta suficiente. 

Me comparto poco, con mi hija y unas pocas buenas personas, disfruto de lo real sin verme sometido a lo impuesto en la ficción de lo digital o de modas sociales, y me sigo ensuciando con mierda de burro, me gusta su olor en el pajar y el trinchar la paja colocándola en el pesebre.

Por la zona donde vivo, antes llena de parcelas y casas deshabitadas, ahora paredes con pintura nueva y las alambradas relucientes, todo ello derivado del miedo a la pandemia. Por la noche más luces artificiales se ven en la profundidad de la oscuridad.

Las estrellas siguen ahí cuando levanto la vista, un cielo inmensamente poblado de estrellas, resulta tan extremadamente abrumador y embriagador que uno se pregunta sobre su propia pequeñez.

Pero allá abajo en el fondo de ese silencio estrellado me sigo haciendo preguntas:

¿Qué sentirá un bebe al ir con su madre en una barcaza en un mar tempestuoso y frío hacinado y tiritando?
¿En qué lugar del periódico o noticiario tendrá su pequeño espacio? ¿Tienen existencia real o son lo"acostumbrado pasajero"? ¿Cómo hay tanto egoísmo que no se da la mano al otro, sino que se le culpabiliza de ser otro? ¿Porqué da nauseas oír a los políticos manipulando las emociones de las personas? ¿Es tan fácil dejarse convencer? ¿Es real tanta fiesta de consumo hedonista o el hecho de ser personas nos da para algo más? 

El otro día me corte con un alambre de espino, tarde bastante en cortar la hemorragia, me vino entonces esas fronteras trazadas con hierros que desgarran y con porras que golpean. Que pasa el tiempo y muchas situaciones se repiten edulcoradas, pero desde un mismo fondo tenebroso.

Inmerso muchos años en tratar de acompañar una sensibilidad, siento con dicha el camino que hemos andado tantos, y que sigamos en pie, andando. Gracias



 Commodores-"Easy"

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