miércoles, marzo 19, 2014

Un sol en tu corazón


"Tu rayo de sol viene, con los brazos abiertos,
a esta tierra mía, y se pasa el día en mi puerta.
Luego, a la vuelta, te lleva a tus pies
nubes hechas de mis lágrimas,
de mis suspiros y de mis canciones".
Rabindranath Tagore -"Tu rayo de sol viene"

Hace un par de años realizamos un retiro en Tavira y lo titulé "un sol en tu corazón".  Me he acordado y he decidido titular esta entrada así.

Ha llegado la primavera, desde hace un par de semanas la naturaleza brota, emana verdor y los pájaros cantan al amor.

Voy andando por Huelva, hacia alguna de mis clases y en el silencio de mis pasos, en el disfrute que me supone ir tranquilo disfrutando de mi felicidad de andar, una parte de mi atención va hacia las alturas, hacia los árboles donde los jilgueros cantan y cantan. Parece como si me cantaran y me dijeran "Cantamos nuestra felicidad y lo compartimos contigo, nuestro corazón se encuentra abierto sin miedo y te lo ofrecemos", y mis pasos y mi corazón cantan al unísono con su canto.

Me regalaron hace un par de semanas unas ramas de higuera y de parra, de la Sierra de Huelva, las pedí expresamente pues ahora todo se va homogeneizando, y las variedades de árboles, de verduras, de plantas se van perdiendo en pro de un materialismo atroz. Y bueno, planté los palos en unas macetas, y todos los días me quedo un rato observando, me gusta sentarme y observar, ver si de alguna yema de esas ramas en apariencia secas, sin raíces, nace algo. Y hace unos días de una parra surgió un breve verdor y yo me emocioné, y han pasado los días y el verdor se ha ido abriendo para convertirse en hoja y, por empatía, el palo, la rama de al lado, que era de una higuera de higo blanco, ha copiado a su hermano palo parra y ha decidido que le brote otra hoja, y ambas me dicen: "Mira cuánta belleza, mira nuestro verdor, es para ti, Carlos, nacemos por el amor y la atención que has puesto en cuidarnos, en echarnos agua, en orar con tu paciencia para que brotemos",, y así estoy viendo y sintiendo cómo esos palos ya en vida me dan su corazón verde.  Sentado, sí, ante ellos los siento, y eso me hace feliz.

Y la primavera, con su sol y su luz, abre y expande el corazón de la naturaleza, y en mi corazón, ya vulnerable, ya tierno, ya abierto dejo que todo ello me inunde y me llene, me fluya y se vaya. Yo solo siento mis pasos silenciosos que enraizados andan y andan, por un camino que me gusta y del cual disfruto al andar.


Y en ese camino al centro, al sentir, a la calma, a la escucha, al silencio, a la entrega, a la presencia... ahí te encuentras con tu corazón. Ya no hay tanto ruido mental, tanta interferencia, tanta proyección, tanta elucubración, tanto miedo, tanto laberinto. Tu corazón es dulce, es hermoso y su latir suave ilumina la oscuridad que a veces surge en tu caminar y te sientes bien, con eso es suficiente por hoy, no anhelas más, y los rayos de sol de tu corazón emanan hacia afuera para oír el sol en el corazón de los jilgueros y del verdor de lo que nace.


2 comentarios:

Antonio dijo...

La vida tiene muchas opciones, no tienes que escoger
siempre la que parece mejor, sino la que te hace feliz.

Pilar Arenas Nieto dijo...

Me encanta tu forma de sentir la naturaleza que se abre paso, los pequeños detalles con los que disfrutas y te hacen feliz, la energía que desprenden tus palabras y que transmites. Gracias por acercarnos y abrirnos ese sentir.

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