"Ese olor, ¡oh Tierra!, que de ti emana
Ese olor que traen las plantas y las aguas.
Ese olor que compartieron
los espíritus y las ninfas.
Con ese olor haz de mí una fragancia
y que nadie nos desee daño alguno"
Prthivisukta (Himno a la tierra)
Es un despertar de la sensibilidad lo que vamos sintiendo en nuestra progresión en yoga, son pequeños momentos, en el silencio del vivir que nos colman. No hay una mente que analiza. Es sencillamente un sentir. Un misterio plagado de profundidad espiritual, pues no hay distorsión, hay una belleza que lo plaga todo. La realidad se encuentra en su lugar y ella es una.
Me pasa en soledad mucho, también cuando socializo; pero la percepción es más fina, de mayor calado, en soledad. Siento que mi conciencia dispone de una mayor apertura. Me encuentro abierto a la vida sin ser tan protagonista ni entrando en sus juegos, solo formando parte de ella, participando en su sentir y generando belleza.
Siento que la vida es circular en el sentido de ayudarse, transformarse y volver a ser, y si nuestro trabajo de atención sensible nos va ayudando a mayores aperturas, la vida nos lo agradece mostrándonos su armonía hermosa.
Me recuerda a veces cuando llevas algunos años profundizando en trabajos de mayor calado con el alumnado donde vas sintiendo viendo como le cambia el cuerpo, el rostro, la luz de su interno, y va surgiendo una belleza que se encontraba taponada en el interior, un espíritu común donde ya no hay una conciencia tan limitante a los surcos habituales, se abren puertas y entra el aire.
Me pasa en el campo donde siento ese río profundo, esa amplitud de darme cuenta conscientemente con la conciencia del burro, de las ovejitas, de los pájaros, las aves, de los árboles, de las nubes tan cercanas, de la misma tierra. Nos damos todos cuenta y nos apoyamos.
Comprendo lo que me dicen, no me hablan, lo siento, y en base a eso voy moviéndome para dar armonía a lo que mi conciencia capta de la suya, y así voy viviendo. Quedándome absorto muchas veces por la fortuna de darme cuenta de mi corazón abierto, y de poder comunicar bajo otras percepciones.
También ocurre en otras situaciones y lugares, cuando se cierra el caudal, cuando la mente es participativa en emociones no sanas, aunque no le eche mucha cuenta, me duele, lo gestiono aceptando y aprendiendo a nadar de nuevo en la vía, sin muchos aspavientos, sin muchas preguntas, utilizando las herramientas que me ha dotado el yoga en mi andar.
Del desequilibrio, al equilibrio, eso es postura. También así es el caminar.
Es importante educar la atención en aquello que nos abre, que nos resuelve, que nos fluye, que nos aligera para generar unas raíces profundas y fuertes, de modo que cuando nos duela nuestra sensibilidad, que también duele, nos bañemos de nuevo refrescándonos en un mar de hermosura, para renovarnos nadando en la nueva realidad.
Cuando la conciencia abierta situada en un fluir de calma vaya siendo más asiduo, hemos de darnos cuenta cómo hemos ido regando las flores, cómo hemos ido podando, qué colores hemos generado, de dónde ha surgido la armonía, y así, día a día, buscar la luz de la apertura de lo que nos sana.
Articulo escrito por Carlos Serratacó
Huelva, Mayo 2025