sábado, enero 11, 2014

Hablemos de la tensión y de la calma


"Yu zi dijo: si quieres dureza, deberás conservarla mediante la blandura. Si quieres fortaleza, deberás guardarla mediante la debilidad. Si te mantienes en la blandura, te harás duro; si te mantienes en la debilidad, te harás fuerte... El fuerte triunfa sobre el que lo es menos que él, pero cuando tropieza con alguien igual de fuerte debe endurecerse; la victoria del blando reside en él mismo, lo que le confiere una fuerza inconmensurable".

Vivimos en una sociedad muy tensa, y lejos de mejorar hacia otras formas de convivencia, la tensión aumenta. El yoga nos ayuda a encontrar otros modos de vida más de acordes con nuestra auténtica naturaleza interior, que no es la tensión permanente.

Comentemos de un modo básico aspectos de reconocimiento de la tensión y de la calma a modo general porque creo que nos puede resultar de provecho:

Estos comentarios parten de la base de que hay una relación clara, empírica y demostrable entre la mente, sus estados emocionales, la respiración, el cuerpo, los órganos internos, las ramificaciones nerviosas, el sistema endocrino, etc. De acuerdo con la ciencia del yoga todo se encuentra relacionado y comunicado y todo se alimenta y se nutre en común. Hablo de nosotros, del ser humano. Todo es uno, y uno es todo.

En tensión  el cuerpo se encuentra rígido, o partes de él. Ese propio estado de tensión favorece  las lesiones musculares o microlesiones; los músculos o zonas completas se quedan como contraídas y duras. Hay una inconsciencia corporal parcial. Sensación de acortamiento y de individualidad muscular.

En calma los músculos reaccionan jugando con el tono y el abandono, solo se usa lo que hace falta, tienen su ritmo, se ayudan unos a otros, viven relajados. Hay consciencia corporal y mucha atención lo que favorece el diálogo con la musculatura para ir adaptándola a las circunstancias. No suele haber muchas contracturas ni lesiones. Sensación de alargamiento y de acompañamiento.

En tensión los órganos internos y las glándulas vibran con la tensión muscular y se sienten aprisionados, se pierde armonía interna, lo que implica que no haya una buena irrigación sanguínea ni endocrina, ni unas buenas correspondencias ni ayudas entre unos y otros en todo ese universo que es el cuerpo en su interior. 

En calma los órganos internos cumplen su función con más libertad, se favorece el equilibrio, hay buena irrigación y nutrición de los tejidos, de los músculos. Hay buenas sinergias y antagonismos entre las glándulas lo que permite una construcción corporal, espacial y mental de carácter más positivo.

En tensión, por ejemplo, el sistema nervioso vegetativo que nos regula, junto con el endocrino, el sueño, la nutrición, la temperatura, la respiración -es decir, todas nuestras necesidades fundamentales- se ve afectado. Aquí actúan el sistema simpático y parasimpático dentro del sistema nervioso y en tensión no hay buen rollo entre ambos. Digamos que el sistema simpático, que busca equilibrar mediante un estado de contracción, no para de contraerse, y contrae todo el mecanismo interno visceral. Se acelera la respiración, la tripa se comprime, se cierra la respiración, hay una mayor secreción de las glándulas, es decir, "todo se alarma" pues todo se prepara para la lucha.

En calma ambos sistemas se regulan adecuadamente favoreciendo a todo el sistema nervioso central con todas sus consecuencias extraordinarias para nuestra vida cotidiana. Ya no hay lucha permanente, hay dos sistemas que se quieren. Todo se encuentra mejor regulado y hay una mayor capacidad  interna de escucha de lo que es uno para ir equilibrándose en lo diario. Uno respira con sus pulmones abiertos y la vida que entra en nosotros nos nutre.

En tensión las emociones suelen ser más negativas que positivas, y se potencian cualidades como la ira, el enfado, la impaciencia....se favorece la tristeza, el aburrimiento o no creatividad, la visión interna borrosa y confusa, hay mayor desgaste por tanto, uno se encuentra cansado antes y sin fuerza. Todo es más limitado, más acortado, hablando en el sentido emocional del término, se extreman los juicios de valor, uno vive más al límite, en el extremo, se busca la lucha, hay agresividad clara o sutil, uno está en permanente guerra, y se cree que es el mundo contra él, pero en realidad es con uno mismo. En muchos casos hay un crecimiento desmesurado del ego en este permanente hacer por hacer, en otros surge el aislamiento. Hay sufrimiento por goleada. 


En calma hay horizonte, hay cielo, hay tierra, hay perspectiva, hay centro, hay adaptabilidad, hay paciencia, hay más consciencia de uno, hay una mayor capacidad de amar al estar abierto a la vida, hay una mayor comprensión de uno mismo y de la vida, hay un estado de cordialidad, de empatía con el mundo. Hay una clara consciencia de los actos, lo que permite la regulación de la energía y un ahorro en el hacer. Hay un respeto y uso al no hacer. Hay una mayor capacidad de ganar distancia interna con las emociones lo que ayuda a potenciar todo aquello que nos hacen mejores personas. Hay disfrute y el sufrimiento no se convierte en neurosis. Hay un mayor contacto con la realidad. Hay comprensión.

Artículo escrito por Carlos Serratacó
Escuela de Yoga y Conciencia
Asociación Onubense de Yoga



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