jueves, enero 23, 2014

Hablemos del centro en yoga


"Ahí, en la desembocadura,
pasé la mañana aprendiendo acordes,
Alba dormía, el sol ardía,
las gaviotas perseguían los barcos de pesca
que volvían de ese mar espumante.
Y pluff, surgió un breve blues..."

Con la práctica de yoga vamos educando la atención. Si voy a una clase donde practico posturas, pues ellas me van enseñando a estar atento a la postura. Ya he comentado mi idea de la postura, para mí es un símbolo, una realidad, una ensoñación de un mito, una metáfora, para mí "expresa" al alumno, le muestra como un todo, por lo que me resulta poco importante el "hacer" postura.

Ese expresar nos va mostrando el viaje hacia el centro, hacia una armonía, hacia un eje, hacia un equilibrio interno. El profesor es consciente de esos cambios en la totalidad y va señalando al alumno dónde hay espacio, dónde hay equilibrio, dónde hay armonía, dónde una parte ayuda a otra, dónde hay que hacer hincapié y dónde no... 

En realidad, les estoy diciendo entre otras cositas: "por ese caminillo vas al centro..."

Entonces vamos creando un centro de atención, que es diferente a pensar. Vamos creando un centro de equilibrio, en principio como centro físico,  y sin darnos cuenta se va convirtiendo a la vez en centro "emocional". Si hacemos una pausa, por ejemplo, para sentir, estoy creando un centro de sentir. Todo ello se encuentra acompañado e impregnado de calma. Lo interesante es que ese centro de atención es cada vez más patente, más estable, más lucido y sirve de cabecera a todos los demás centros que se van sumando, y entre todos se ayudan, y se quieren, y se alimentan para ir dando luz un foco interno cada vez más claro.

Al estar centrados en nosotros, nos vamos dando cuenta, por ejemplo, de que no somos todo aquello que pensamos ni somos todo aquello que nos emociona. Bueno, lo somos si no tenemos libertad para elegir internamente y me siento identificado con aquello que entra en el foco de atención.

El pensamiento oprime, juzga, rasga y es importante hacerle ver que no es el amo, para que aprenda a tener otro rol interno donde acompañe, ayude, signifique, simbolice de un modo más amoroso.

Entonces, según crece mi centro y decrece mi pensamiento, soy más libre, voy ganando espacio interno, el centro gana lucidez y la distancia con lo equidistante se amplía. Por ejemplo, los músculos ya no me oprimen tanto por la tensión, mi respiración navega libre, y mi pensamiento no me agarrota.

Una vez hablábamos de un jardinero que cuidaba su jardín. A mí me pasa que desde el centro veo las flores, y el sol, y me dan ganas de coger la guitarra y cantar a la vida un pequeño blues.


¡Anda! Se me olvidaba... En ese centro te espera tu corazón...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por ser como eres,cada día en tus clases me descubro un poco más.

Montse kailash dijo...

Me gustaría que explicaras los distintos equilibrios... Esta mañana en clase preguntaste por el centro en yoga y una alumna te contestó "equilibrio mental" y le corregiste. Dijiste "equilibrio físico". Luego te acercaste a ella y bajito le dijiste los tipos y en orden de equilibrios que hay... el último, el mental.
¿Podrías aclarármelo?

Artículos más visitados

Amigos del Blog

Todos los artículos a un clic

Traslate