viernes, julio 15, 2011

La metáfora del agua




De una foto a otra han pasado 25 años, pero el agua me sigue atrayendo igual. De la Alpujarra a Cazorla.

 La pureza del agua, de los ríos me llena, el fluir, el musgo verde, la frialdad de sus aguas. La claridad del fondo, lo salvaje. Su suavidad por momentos, lo acaudalado por otros. El río como metáfora del paso del tiempo, como figura del eterno fluir. La pureza como una inocencia que me gustaría no perder.

El agua al fluir nos enseña que es inútil aferrarse, es como cuando respiramos, si dejamos de hacerlo nos bloqueamos, si me aferro a lo que sea, me bloqueo. El agua avanza y los diques sólo traen enfermedad o sufrimiento. El agua como aceptación de un presente continuo, como aceptación de que a pesar que el agua fluya, también se forman diques, aceptación de todo ello. Observancia de la temporalidad de las sensaciones, no son fijas, ni permanecen estables.



Creo que mi proceso en yoga ha sido algo parecido. He pasado de un yoga fuerte, salvaje, muy varonil en mis inicios  a un yoga sutil, inteligente en la escucha, suave e intenso, profundamente femenino, con mucho hincapié en una permanente toma de conciencia. Un yoga abierto, amable, respetuoso con el alumno o alumna. Donde lo anterior se mezcla con lo nuevo, donde la vivencia se muestra en el día a día. Donde acepto lo que soy ahora lo mejor que puedo y ello lo plasmo en mi esterilla. Y los días malos también los plasmo. Trato de huir del eterno y feliz y ecuanime profesor de yoga. Antes de pintar el papel de cualquier color estoy  en lo que soy.

Creo importante que mi yoga sea reflejo de mi vida, de mi proceso, de mi crecimiento, de mis actos, de mis amores y desamores, de mi entrega y de mis equivocaciones. De mi luz y de mi oscuridad. Porque todo ello es lo que es ahora. Y la suma es lo que escribe.


Sobre ese árbol hay un ave;

danza en el gozo de la vida.

Nadie sabe dónde está.

¿Y quién podrá decir el estribillo de su canción?

Entre lo más espeso y sombrío del ramaje,

allí tiene su nido.

Viene de noche y echa a volar por la mañana.

Yo no la comprendo.

Nadie puede decirme qué ave es esa,

la que canta en mi alma.

Sus plumas no tienen color, ni dejan de tenerlo.

No tiene forma ni perfil. Se guarece a la sombra del amor.

Duerme en el seno de lo inaccesible,

de lo infinito y de lo eterno,

y nadie sabe cuándo echa a volar,

nadie sabe cuándo ha de volver.

Kabir


The Heart of Life - John Mayer

2 comentarios:

Peter Wash dijo...

A ver, que entonces, ahora, ¿usted es más yin o más yang? ¿Ein?

Las muletas bien, gracias, todo sigue su curso, tranquila, lenta, pero inexorablemente...

Carlos Serratacó dijo...

jau peter tao, llevo perdido en este verano mushoooooooo, me alegro bastante to vaya avanzando. soy un maldito por no verteeeeeeeee,ahhhhhhhhhhh, abrazossssssssssss a toooosssssssssss

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