domingo, septiembre 25, 2011

Centro y dispersión



"En la vida tribal, uno de ve forzado a vivir despacio, experimentar el momento presente y comunicarse con la tierra y la naturaleza. Uno está obligado a ser paciente, pues nadie parece encontrar sentido a apresurarse."         
Comentarios sobre el pueblo dagara (Ghana, Costa de Marfil y Togo)
                                                                                         Sobonfu Somé

La práctica del yoga genera un estado de "centro" y uno es más consciente de su "dispersión". Genera una actitud interna que uno mismo va reconociendo.

Uno puede llegar al yoga por mil razones, pero hace falta ya una actitud previa, una disposición para poder estar con uno mismo y darnos cuenta de nuestra dispersión, darnos cuenta que podemos estar centrados. Para ello es fundamental entrar en contacto con la calma.

Es como si llegáramos a clase fragmentados, como si fuerámos un puzle vital, y sucesivamente las clases van formando una unidad en nosotros. Llegamos en dispersión, luego caminamos en calma y con la mirada al frente. Pasamos de actividades externas cargadas de pasión a otra interna.

Cuando realizamos posturas, por ejemplo de pie, hacemos una postura a un lado, pasamos por el centro, y vamos al otro lado, luego volvemos al centro, cerramos y sentimos. Todo ello es una metafora. Uno parte del centro de la esterilla, se abre y vuelve, se abre y vuelve. Todo parte del centro. No es por tanto sólo un centro físico, es también un centro emocional, respiratorio, es un espacio de calma, un lugar de mayor reajuste. Por ello es importante que cuando vayamos de un lado a otro, no estemos dispersos, que el centro nos permite, nos da lugar para ajustar la postura, ajustar lo que somos, antes de pasar al otro lado. Siempre hay tiempo para sentir, para ser.

 Hay que huir de la mecanización de la postura, por ello la respiración siempre nos recuerda nuestro momento presente y la tierra virgen que pisamos en ese momento. Surge algo nuevo en cada momento, sólo hay que estar ahí para "verlo".

Luego ya puedes estar de pie, sentado, tumbado o como quieras, pero el espíritu de tu centro no lo pierdes.

Desde lo interno, desde ahí nos damos cuenta de nuestra fragilidad, nos hacemos responsables de lo que somos.

Por eso digo mil veces que esto del yoga no es cuestión de algo externo, es una experiencia empírica interna donde la calma va naciendo, donde el estar centrados nos pule, donde se abre ese espacio de sentir, donde te sientes lo que eres.

Ese continuo reajuste, ese continuo volver al centro se proyecta en nuestra vidas, y uno se da cuenta entonces cuando es un zombi y cuando es un ser vivo, cuando vivimos en dispersión y cuando no.

No es posible estar viviendo permanentemente centrados pero el yoga si abre la llave para que te des cuenta de esas dos cualidades que se atraen y se repelen, que se unen y se separan, y la práctica las convierte en una por mayor tiempo, te da unicidad.

El estar centrado crea mayores condiciones para ser consciente de lo que es importante en nuestra vida, nos permite por ejemplo llevar la atención a los momentos que nos traen mayor felicidad. Nos permite reajustarnos, adaptarnos con mayor facilidad en nuestra vida cotidiana.

Love Has Finally Come At Last - Bobby Womak


domingo, septiembre 18, 2011

¿Yoga? ¿Qué es eso?




Muchas veces se tiene la idea que el yoga es algo en lo cual permaneces estático mientras piensas en las musarañas o en que vas a poner de cenar esta noche. Y así se pasan las horas, y uno sigue alucinando en mil y un cosas, y de repente, por arte de magia, uno es flexible y guapo.

Bueno, puede ser, pero voy a intentar explicar algo sobre el tema.

Normalmente el yoga que practicamos en general es Hatha Yoga, es decir un yoga basado en posturas o asanas.

Toda clase tiene un sentido, un camino, un recorrido. Y las posturas se van complementando unas a otras para ayudarse, para equilibrarse, para que no nos hagamos daño, y para que todo aquello que se mueve internamente al realizarlas: la respiración, los músculos, los órganos, las emociones se equilibren, se sientan bien.

Hay que aprender poco a poco las posturas, usamos los pesos y contrapesos del cuerpo para "mantener" la postura. Uno va "comprendiendo" la postura. Es decir no se basa en una cuestión de flexibilidad.

Uno claro que estira, pero el yoga no es una clase de estiramientos. Uno se pone fuerte, sí, pero no es una clase para tener musculitos para mostrar.

Es más interesante alcanzar la calma, y es maravilloso comprender tu cuerpo,  y es cojonudo saber que respiras.

Claro, ¿Cómo haciendo sólo unas posturitas no sólo me cambia el cuerpo sino mi mente, mis emociones, mi respiración? ¿Cómo haciendo yoga surgen cualidades buenas de mi interior?.....podríamos seguir pero creo que:

Es fundamental que "sientas", es decir que llegues a "sentir". Uno en calma "siente", surge "una escucha", un "estado de ser". Ello nace de una permanente búsqueda de un centro, de un espacio interno donde uno se encuentra a gusto, se encuentra en paz.

Y sí, puedes hacer un yoga tranquilo, dinámico, muy meditativo, todo lo que nos quieran vender, pero la idea es que conectes contigo, que te sientas, y que disfrutes de algo que surge de tu corazón, de las profundidades de ti mismo, y que esas capas de sentir las traigas a la superficie.

Es importante tener la experiencia de "sentir" una clase de yoga, no creer en profetas ni en escuelas, es importante darte cuenta, eso es yoga, darte cuenta, tener conciencia, vivirlo y sentirlo. Tu cuerpo, tus pensamientos, tus emociones, el aire... y darte cuenta poco a poco de muchas circunstancias, cualidades que te pueden ayudar en tu vida, en tu viaje.

No es tiempo de sentimientos podríamos decir, bueno eso es otro tema. Por más que con mil máscaras escondamos nuestro corazón, no hay modo no evadirse de ello. El yoga es buen viaje. Sólo hay que empezar.

Una cabecita asoma entre las olas. Cuando me encuentro en calma, y a pesar de la agitación de las olas, puedo nadar. Me gusta.

Craig Armstrong: Let's go out tonight





sábado, septiembre 17, 2011

Yoga playa y el reencuentro: los lazos invisibles



Había pasado casi un año, y la convocatoria anterior la había anulado porque venía el mal tiempo y por ello pensaba que íbamos a juntarnos unos poquillos.

Pero según fue avanzando la tarde todo fue una excusa para el reencuentro. Para la alegría de vernos y compartir un rato juntos.

Estuvo genial. Y tras la sesión de yoga cenamos mientras atardecía.

En las clases se crea un estado de sentimiento, un "sentir", y se forman unos lazos invisibles, eso te llena de alegría. Los lazos se refuerzan, se alimentan de nuevo, se agradecen, se comparten.  Sentimos al unísono. El viaje lo hacemos cogidos de la mano.


Paco de Lucia - Entre dos Aguas 

domingo, septiembre 11, 2011

Yama y Niyama, de la esterilla al corazón, (ética del yoga) (2)


Hablábamos el otro día de Yama y Niyama, esos principios que a mi entender surgen de la propia práctica del yoga. Comentaba que más adelante trataré cada punto en profundidad. Ahora simplemente dejamos alguna semilla para su reflexión.

Vamos a comentar los cinco principios de Yama:

Ahimsa lo hicimos el otro día, recordemos que era la no violencia. Lo interesante era que todo surgía de estar contigo mismo realizando una asana, de ahí aprendías a respetar tu cuerpo y a no hacerte daño. Añadamos algo más de ahimsa. Ahimsa aunque suene muy fuerte es amor. Si uno se respeta y no se hace daño, se quiere. Frente a la violencia, amor. Nuestra relación con nosotros mismos y en su defecto con los demás alcanzan su esplendor cuando se basan en el amor, no en la violencia. Ya hablaremos de los modos de violencia.

Satya, decíamos que se traduce como la verdad. Poco a poco te vas desnudando interiormente. Lo que más me gusta es que llega un punto que no caben los camuflajes y es increíble que todo ello surja de una práctica con tu esterilla. Es decir, no cabe engañarte. La asana, la postura te desnuda en lo que eres. Puedes seguir actuando en tus pequeñas mentiras; alimentar un ego sin sentido, si quieres también, pero no estarías en tu verdad, estarías actuando en arenas movedizas. La verdad te enraíza. Te da raíces, y de ahí puedes crecer con sinceridad.

Asteya, se entiende como no robar. Entiendo que no es en el sentido clásico del término. Todos estos principios son algo más sutil. Si estoy en asana pero estoy pensando en las musarañas, es decir, no estoy en mi respiración, en mi cuerpo, con mi atención puesta en postura, simplemente me estoy robando. A partir de ahí podemos extrapolar de no robarnos salud, cariño, atención, etc. Y no robar a los demás su trabajo, su tiempo, su espacio, sus emociones, etc. Hay auténticos expertos en el robo sutil. Ahondando en las diversas reflexiones que nos da el yoga, encontramos respuesta a todo ello. Lo ideal es no caer en reactividades, y darnos cuenta de lo que nos robamos, y de lo que nos roban. De este modo llegaremos al centro, a estar más centrados.

Aparigraha, se traduce como no acumular. Por ejemplo un camino no adecuado sería que en la esterilla puedo acumular posturas inverosímiles, y sentirme emocionalmente invencible, lleno y henchido, y avaricioso en espíritu. Bien, aparigraha es algo más hermoso, es sentirse ligero, libre de acumular cargas materiales, de sentimientos con bucle, de historias interiores sin sentido. Aparigraha es vivir no aferrado, no tener miedo a perder.

Brahmacharya, otro término que me gusta comprenderlo, no como una contención sexual, como se entiende muchas veces. Sino como un aprendizaje de aprender de nuestra energía, de usar nuestra energía de tal modo que no nos desgastemos inútilmente. Pasa mucho en postura que la meta te puede, es decir estas en postura, pero estas tenso, hay una vibración de tensión, no se sabe equilibrar tono, actitud, respiración y cuerpo, y ello genera una energía de tensión. Aprendiendo a usar la energía justa, vivimos en una vibración más equilibrada, no estamos en ese stress permanente de demostrar algo, sólo estas.

Oumou SANGARE - Ne Bi Fe (I love you) 

sábado, septiembre 10, 2011

Atardece



Vamos hacia arriba del acantilado, buscamos un buen observario para ver el atardecer. Igual que nosotros muchas personas se han concentrado en lo alto. La bruma nos envuelve. El cielo, el aire es denso de luz. Somos sombras en una luz que se apaga. Somos luces que brillaremos al día siguiente. Me tumbo en el suelo, entre las rocas. Oigo las olas chocar contra los acantilados. Oigo el aire y la bruma. Huele a mar. Minúscolas gotas agua salada nos envuelven en una niebla densa.

Todo es tan sobrecogedor que tumbado cierro los ojos y respiro profundamente una y otra vez sintiendo lo que me ofrece el fin del día.

Cada momento, cada instante, que se va, y ahí presentes todos alucinando de lo bello, la vida como un amanecer y un atardecer, los momentos que van y vienen. La lucidez de saber olerlos, disfrutarlos, vivirlos, de no dejarlos escapar.

Un instante en nuestra vida. Sentir su presencia.

Santana. Samba Pa Ti 

lunes, septiembre 05, 2011

Yama y Niyama, de la esterilla al corazón (ética del yoga)



Alguna vez hemos comentado que la práctica del yoga genera dentro de nosotros muchos principios que mejoran nuestra calidad de vida. Siempre comento que lo bueno es que todo ello surge de una práctica interna, de un saber estar de uno mismo, con una simple esterilla practicando yoga. 

Es decir para que podamos beber de esos principios no cabe creer en maestros, ni en creencias, ni en nada que no sea algo que surge del interior nuestro. Un buen profesor sólo señala un camino, el alumno ha de encontrar su propia luz. Aquí no caben endiosamientos falaces.

Vamos hablar un poco de Yama y Niyama, y poco a poco iremos ampliando términos. Yama nos muestra cinco actitudes mediante las cuales nos relacionamos con nuestro entorno. Y Niyama son otras cinco actitudes, entendiéndolo como un código interno.

A mi me gusta unirlas todas,  y me gusta verlas como un proceso de compresión que surge de esa práctica interna de la cual hablábamos.

Dentro de Yama se nombran a: Ahimsa, Satya, Asteya,Brahmacharya y Aparigraha. Y dentro de Niyama: Saucha, Santocha, Tapas, Swadyaya, Ishwara Pranidana.

Voy a ir nombrando algunos principios y muy brevemente comentaré su relación con la práctica, y como esa sucesiva practica, ese continuo beber directamente de la fuente nos hace mejores personas, sin intermediarios, sólo tú y tu esterilla y tu zafu.

De la práctica de asana, al realizar una postura, nos vamos danos cuenta de la importancia de no dejarnos llevar por el ego en un afán de alcanzar una postura, y eso nos enseña a no hacernos daño, a encontrar un equilibrio de las partes, donde cada parte ayuda a la otra y viceversa. Eso entre otras cosas nos enseña el principio de la no violencia, Ahimsa. Aprendo a no hacerme daño. Y de ahí surge la reflexión que nos hacemos daño de muchos modos, y también surge que si aprendemos a no hacernos daño, nos daremos cuenta más fácilmente cuando se lo hacemos a nuestro prójimo.

Si habláramos de Satya, diría que esa observancia en asana, en la postura, nos muestra lo que somos, me muestra mi verdad de lo que soy. Ese continuo ajuste de postura me muestra mi verdad. Me enseña a no engañarme, pues igual por alcanzar la postura daño a las partes y con ello me estoy engañando, pues esa es una realidad falaz. No hay equilibrio. Por lo que la continua practica te ayuda a ser veraz, te ayuda a no esconderte en tus sombras, te ayuda a no vivir en engaños. La verdad muchas veces no es fácil. Y tampoco es fácil darse cuenta que a lo mejor uno se ha construido a base de mentiras. Creo que con darnos cuenta que no tenemos que engañarnos a nosotros mismos puede ser un buen inicio de postura.

¿Y que relaciones hay entre Ahimsa y Satya, entre la no violencia y la verdad?

Seguiremos con Yama y Niyama, comentando brevemente y luego en profundidad. Insisto mucho que no nos hace falta mucho para empezar en yoga, sólo una esterilla y un cojín de meditación. Con el tiempo llega un punto que el mundo es tu esterilla, y todo es una oportunidad para crecer, sólo cabe empezar.

Fast car -Tracy Chapman






lunes, agosto 29, 2011

Circundo imaginario y núcleo

Hace muchos años, en mi otra vida, tuve que participar como técnico en un arbitraje entre una población gallega y una multinacional dedicada a la energía. La población se encontraba afectada por la construcción de una Central Térmica al lado de su pueblo, de sus hogares, que  durante años y años, sus efectos desoladores, les afecto y transformo su vida.

Fueron años y años de lucha del pueblo que finalmente tuvo, dentro de la desgracia, su reconocimiento en la indemnización que le dio la multinacional.

Se puso precio a todo lo afectado por la mina, por la Central.

Había que dar un justiprecio no sólo a las casas y a las tierras, sino a aquello que rodeaba  a las casas: el árbol que planto el bisabuelo, el gallinero que se tardo tanto años en construir, el pajar, a los pinos que trajo el padre inmigrante de Suiza y que llevaban años en la puerta de casa, etc. es decir, toda una vida se veía afectada, incluso aquello que rodeaba la casa y tanto se amaba.

Fue un arbitraje, una mediación donde el corazón de los técnicos se encontraba con el corazón del pueblo.

Y se acuño un término que me persigue con el paso de los años: el circundo imaginario, que era todo lo entrañable, toda la vida que rodeaba las casas.

Llevo años trabajando duramente en la casa en el campo de Beas, aquí en Huelva, para hacerla más amable, más habitable. Este año circunde la casa con una valla dejando a los perros y los burros en su propio espacio pues antes vivíamos todos revueltos. Y a lo largo del año voy plantando frutales dentro del circundo, lo limpio de malas hierbas, riego apaciblemente cada vez que voy, apilo leña para el invierno, acaricio las hojas de lo que crece, lo mimo. Todo ello lo he ido contando en este blog.

 Y la casa, su núcleo, sigo trabajándolo, poniendo lisas las paredes, pintando la casa de blanco, lijando la cocina, barnizándola, montando la biblioteca. Todo con ayuda de personas que me quieren, otras veces sólo.

He visto como estando atento al circundo imaginario veo más claramente el núcleo. Mi vida interna se clarifica, mi hogar, reflejo de mi alma parece más límpida. Me doy cuenta que me muevo mejor, que uso la energía que he de usar, me noto más ligero, que pienso y siento más positivamente. Estoy muy atento y de un modo relajado a todo ello, y noto que cada vez profundizo más en el núcleo.

En el yoga nos damos cuenta que asana empieza en la toma de conciencia de nuestro circundo imaginario en dirección a un núcleo, en los brazos, en las piernas, en el torax, en la piel, en los huesos, en los pulmones... en la respiración, hacia nuestro corazón, hacia nuestra alma.

Por otro lado las acciones, los actos, los pensamientos, lo que verbalizamos, los gestos, lo que somos, nuestra alma, nuestro corazón tienen su circundo, hay que reconocerlo, abrir puertas de entrada y darle amor y entrega, sólo así llegaremos al centro.

Un viaje de ida y vuelta donde sólo una vez en el centro cabe expandernos. Un sol, un universo.

domingo, agosto 28, 2011

Oliendo el otoño


El viernes sentí el otoño en la piel, lo olisqueé, lo percibí. Intuí que había llegado. Las hojas ya empezaron a caer hace una semana, pero el viernes simplemente lo sentí.
Suena a una sensación sin sentido, pues todavía estamos en agosto.
Cada uno tiene sus sensaciones.
Dos días donde el aire corre de otra manera, donde los animales están menos asfixiados. Hay una humedad en el ambiente que no es pasajera. Y el campo habla.
Con el otoño empieza para mí un nuevo curso. Aquí en Huelva sería el séptimo año yoguico. Me gusta reflexionar mucho antes de empezar el curso, poner sobre el papel mi vida en un esquema, y ver de qué prescindo, y apuntar que puedo añadir, anhelar para crecer más.
Trato que cada curso sea un avance, un asentar, un madurar, un descubrir.
Ponerme pequeños retos, o dibujar mis sueños, y ver cómo puedo plasmarlos.

Seguir educándome en la calma, en la comprensión, en la paciencia, en la entrega.

Mantenerme en aquello que creo, adaptarme, y no resistirme a los cambios, vivir sin dañar, juzgar lo menos posible, dejar pasar más.

Que caigan las hojas de mi ser, y que el otoño y el invierno me enraicé, y me ayude a profundizar más en lo que soy, para que cuando llegue la primavera, los brotes de hojas que nazcan crezcan luminosos, y puedan dar su fruto.
B.B. King-Live in Africa 1974

miércoles, agosto 17, 2011

La comprensión, un viaje sin fin

                                                               
Una postura no se alcanza, se comprende. Son años de práctica darse cuenta que no es importante llegar muy abajo, o tocarse la punta de la nariz a una sola mano en posición invertida. Tampoco la postura es mantener una pose estética, o sentirse poderoso. Todo ello no deja de ser una derivación de la no comprensión, de la falta de actitud. O de un ego desmesurado.


Lo hermoso de asana es que es una continua búsqueda del centro, una continua búsqueda en uno mismo, un viaje que se hace sólo en presente, con intención, con atención, con humildad. Y las piezas van encajando, poco a poco.


Lo interesante es que es muy lenta la comprensión, lo alucinante es que ese entender de asana no acaba, pues es un permanente aprendizaje de uno mismo.


Mantener el tono en una parte del cuerpo, otras como soporte, un ente entero en relajación. Acompásalo con la respiración, siente por dentro la fluidez del aire; como hace hincapié esa respiración en las diferentes partes donde pone el acento la asana, siente desde dentro lo vital. Siente la energía de todo ello. Mantén firme cuerpo, mente, musculatura, huesos, mantente enraizado. Respira y se consciente de lo que fluye. Mantén la actitud.


Todo ello es un viaje.


Yoga no es ser flexible. Yoga es comprensión. De ti mismo. Con humildad. Con paciencia y amor hacia ti mismo. Centrado. En calma.


Yoga es respetarte, comprenderte, amarte, aceptarte.


Y así te respetaré a ti, te comprenderé, te amaré, te aceptaré.


Pero si tú no bebes el jugo, es imposible que lo sientas o que lo transmitas.


Sólo competirás y pensarás que has ganado, pero sólo estas perdido en tu ego, en tu lucha de contrarios.


Sólo una práctica sincera te hace libre. Allí donde no hay tantas aristas, y huele a flores y a jazmín.



El último de la fila - A Jazmín

jueves, agosto 11, 2011

Pequeños gestos para crecer


Todo momento supone una oportunidad para crecer como seres humanos. Como la inmensidad de una playa desierta, así es el horizonte que se presenta en cada momento si estamos atentos a construir, a sanar, a amar.



Muchas veces sentimos que en la vida todo ha de ser felicidad, equilibrio, y poco a poco nos damos cuenta que no todas las veces es así.

Hablábamos alguna vez de la vida como un desorden donde permanecer atento y centrado es una valentía, y si lo logramos, esa actitud nos ayuda a comprender ese fluir permanente, imprevisto y hermoso que es la vida.

Acostumbrados a las comodidades materiales, pensamos que emocionablemente todo ha de ser también cómodo, sin altibajos, sin momentos donde no haya tanto sabor por todo. Y nos invade el gesto de la no alegría.

Llevamos ya muchos años donde los momentos o vacios existenciales que nos devoran son lastres para desesperarnos, medicarnos, y profundizar en la infelicidad.

En todo momento hay oportunidad para crecer como personas, para entregarse, para aprender.



Pequeños gestos para crecer:

-Reconocer, aprende a reconocerte, en lo bueno y en lo no tan bueno.


-Acéptate, y acepta lo que eres.


-Busca el centro, y desde ahí profundiza y dale sentido a tu sentir, a tu actuar.


-Ahonda en el sentido ético de tu vida, en los pequeños y grandes actos, es la base importante para crecer.


-Da un sentido al día, a la semana, al mes, al año, al momento, a tu vida. No dejar que la vida se escape en mezquindades, pequeños egoísmos, inconsciencias, pequeñas mentiras, avaricias. No perder energía en destruir. Recordar permanentemente tus principios éticos.

-Aprende a crecer tanto de la felicidad como de la infelicidad, de la salud como desde el dolor. Atento a ese centro.

-Pon intención en tu vida, no te dejes mecanizar, no te dejes llevar, no te aplastes.

-El sentir tu respiración, tu cuerpo, siempre es un recordatorio que tu pasado, tu futuro pueblan en este momento tu presente.

-Valora tus emociones positivas, y transforma las emociones que te  enjaulan en otras que te liberen. Construye sentires, emociones, situaciones que te hagan feliz, tu eres el protagonista de tu realidad.

-Se fiel a ti mismo.


Jack Johnson, Donavon Frankenreiter and G-Love - Orange Room

viernes, julio 15, 2011

La metáfora del agua




De una foto a otra han pasado 25 años, pero el agua me sigue atrayendo igual. De la Alpujarra a Cazorla.

 La pureza del agua, de los ríos me llena, el fluir, el musgo verde, la frialdad de sus aguas. La claridad del fondo, lo salvaje. Su suavidad por momentos, lo acaudalado por otros. El río como metáfora del paso del tiempo, como figura del eterno fluir. La pureza como una inocencia que me gustaría no perder.

El agua al fluir nos enseña que es inútil aferrarse, es como cuando respiramos, si dejamos de hacerlo nos bloqueamos, si me aferro a lo que sea, me bloqueo. El agua avanza y los diques sólo traen enfermedad o sufrimiento. El agua como aceptación de un presente continuo, como aceptación de que a pesar que el agua fluya, también se forman diques, aceptación de todo ello. Observancia de la temporalidad de las sensaciones, no son fijas, ni permanecen estables.



Creo que mi proceso en yoga ha sido algo parecido. He pasado de un yoga fuerte, salvaje, muy varonil en mis inicios  a un yoga sutil, inteligente en la escucha, suave e intenso, profundamente femenino, con mucho hincapié en una permanente toma de conciencia. Un yoga abierto, amable, respetuoso con el alumno o alumna. Donde lo anterior se mezcla con lo nuevo, donde la vivencia se muestra en el día a día. Donde acepto lo que soy ahora lo mejor que puedo y ello lo plasmo en mi esterilla. Y los días malos también los plasmo. Trato de huir del eterno y feliz y ecuanime profesor de yoga. Antes de pintar el papel de cualquier color estoy  en lo que soy.

Creo importante que mi yoga sea reflejo de mi vida, de mi proceso, de mi crecimiento, de mis actos, de mis amores y desamores, de mi entrega y de mis equivocaciones. De mi luz y de mi oscuridad. Porque todo ello es lo que es ahora. Y la suma es lo que escribe.


Sobre ese árbol hay un ave;

danza en el gozo de la vida.

Nadie sabe dónde está.

¿Y quién podrá decir el estribillo de su canción?

Entre lo más espeso y sombrío del ramaje,

allí tiene su nido.

Viene de noche y echa a volar por la mañana.

Yo no la comprendo.

Nadie puede decirme qué ave es esa,

la que canta en mi alma.

Sus plumas no tienen color, ni dejan de tenerlo.

No tiene forma ni perfil. Se guarece a la sombra del amor.

Duerme en el seno de lo inaccesible,

de lo infinito y de lo eterno,

y nadie sabe cuándo echa a volar,

nadie sabe cuándo ha de volver.

Kabir


The Heart of Life - John Mayer

miércoles, julio 06, 2011

Vacaciones en tiempo de presencia

                                                                           
No me lo puedo creer pero estoy de vacaciones. Es una sensación muy extraña, pues como trabajo por cuenta propia mis vacaciones eran cortas los últimos años, y a menudo sin terminar de desapegarme totalmente de las clases.

Ahora me siento más liberado, me siento de un modo diferente, sin tanta responsabilidad por llevar las cosas adelante. Y la verdad, es una sensación liberadora.

El año académico es muy denso en clases que imparto, en cursos, en formaciones. Por suerte me aplico un poco el cuento, y trato de escucharme todo lo que puedo, y con ello he aprendido a regularme mucho más a lo largo del año, a meter intervalos de descanso. Pero a pesar de ello llego cansado, y creo que cuando uno se libera de las obligaciones, el cuerpo se descomprime también un poco, y eso hace que uno sienta cosas que no sentía, molestias corporales que antes no oía.

A veces se piensa que un profe de yoga no se cansa, o no se estresa, o no tiene emociones, y es un ser recto y virgen. Son eso, creencias. Un profe de yoga es como cualquier persona, un ser humano con sus aciertos y sus errores. Igual que se cree que cuando se hace yoga sólo se está sentado mirando las musarañas dentro de una disciplina amanerada. Pues vale.

                                                                     

Mis vacaciones han empezado con que Mariano, mi burrito, se ha puesto malo y he estado mi primera semana "subiendo" al campo todos los días. La situación no era buena, tanto que el veterinario ni quiso pasarse a verle en cuanto le dije los síntomas. El burrito estaba tan malito que sólo se me ocurrió para intentar salvarle ponerle sin comer nada de nada, a dieta pura y dura, como último recurso.

Como no quería ni beber, he tenido que darle agua mojándole los labios, pues no sabía dónde tenía que pincharle para introducirle el suero, y sin comer podía estar, pero sin beber no, pues cuando se ponen malos es esencial que beban o que se alimenten con suero por vena.

                                                               

También dejé que Coquelico, la burrita le acompañará todo lo posible sin molestarle, y tras tres días solito, el Mariano estaba muy apagado, y solté  a la burrita del corral, pues durante esos días llamaba y llamaba a Mariano, y la burrita al soltarla salió corriendo, y le besaba y besaba al tener contacto con él; y los perros, sobre todo el Prana, intuían que estaba malo, y se acercaban a sus labios y también le besaban, y yo le he acariciado mucho, y bueno Mariano se ha salvado, está viejito pero sigue en pie. Me alucina mucho la dignidad de los dolores de los animales, de su modo de llevar las cosas cuando estas no van bien.
                                                                  
Y ahora anda feliz y Coquelico fastidiándole como siempre.

Es tiempo de limpiar el granero para prepararlo, para apilar las nuevas alpacas de paja. Alpacas de paja que parece que no pesan pero pesan un montón, y raspan. Hay que colocar las alpacas de paja de todo el año de modo que quepan ordenadas y bien colocadas. Son unas cien alpacas. Cuando era pequeño y veía la Casa de la Pradera, o leía cuentos donde aparecían establos y pajares, la verdad no me imaginaba que era tan duro, pero me gusta.

Muchas veces tenemos la imagen idílica del campo, "que bonito" "que silencio" "que aire" "que enternecedor", bien es así, pero como en yoga, el camino se hace andando. El campo da lo que le das, reconoce tu entrega y disciplina tras mucha entrega, el campo es creación pero hay que estar ahí día a día, no caben creencias, cabe la realidad. En invierno el frío es frío, y en verano el sol te quema y te baja la tensión.

Ahora que vivo en la ciudad me doy más cuenta de todo ello, y por eso me gusta volver una y otra vez, y seguir en la brecha sintiendo mis manos llenas de tierra, tardando horas en repartir el agua, horas plantando los arboles; la verdura, mimándola; horas y horas cuidando algo que creo que es reflejo y realidad de lo que soy, de mis sueños, de mis anhelos, de mi realidad, de mi constancia. Horas que no son horas, son algo vivo que toco con las manos.

En la última clase de yoga de este año comentaba, que antiguamente, pues ya casi no quedan monjes en los monasterios que los monjes dedicaban varias horas del día al cuidado del campo, o del huerto. Había horas para rezar, horas para cantar, horas para estudiar, pero había horas para arar la tierra, para trabajarla.

Comentaba con respecto a las clases de yoga que uno de los aspectos hermosos de la meditación era sentir nuestro cuerpo, nuestra respiración, y ello nos anclaba en tierra, en sentir lo que somos.

Y con respecto al trabajo de los monjes, su trabajo en el huerto, creo que era para educarles a bajar a tierra, a recordarles del olvido que nos sumerge la alienación, a anclarles en contacto con la tierra, a vivir su presente de otro modo, a respirar su presencia en la tierra de dónde venimos y a donde vamos a terminar.

De modo que por unas horas dejaban a la omnisciente mente a un lado, para sentir de otro modo. Así el tanto pensar y pensar, las rutinas labradas de las emociones, de los egos que siempre quieren más, de los deseos tan fantasiosos ellos, de tanto pensamiento, todo ello se diluía en una alpaca de paja, o en la observancia del rojo de un pequeño tomate o pequeño melón.

Que bonito de Rosario Flores



martes, junio 28, 2011

Lo denso y lo ligero

                                                                   


Preguntaba en clase que por qué la meditación nos daba claridad. Me respondían:

-Al estar centrada, me encuentro menos dispersa -decía una alumna.
-Tengo claridad porque vivo mi presente  -decía otra.
-Yo me siento más ligera -comentaba una tercera.

A veces, hemos usado una serie de metáforas para dar un poco de comprensión a la meditación o a las mismas interioridades que nos da la práctica de asanas. En el caso de la meditación, decíamos que es la sensación como de vaciar una botella que se encuentra llena.

O cuando tenemos nuestro hogar lleno de cosas, hasta arriba, o el mismo trastero y, poco a poco, decidimos vaciarlo.

O cuando observamos el horizonte y lo vemos lleno de construcciones, de casas y edificios. Y nos movemos, por ejemplo, hacia el mar, y el horizonte es solo mar.

Supongamos que, al vaciar, lo que hacemos es abrir puertas, y ello nos hace sentir ligeros y que, al contrario, al estar llenos, densos, las puertas permanecen cerradas. Supongamos que, al estar cerradas las puertas, todo nos pesa y que, al abrirlas y entrar el aire, una brisa fresca nos llena de vida.

Inconscientemente, nos encontramos bajo la rutina de las mismas emociones, de los mismos gestos, de las mismas respiraciones, y parte de ello se convierte  en carreteras de sufrimiento que nos llevan a las grandes constelaciones emocionales, que, a su vez, se convierten en grandes construcciones perfectamente estructuradas.  El acto de meditar nos vacía -de tanta construcción, de tantas botellas llenas, de tanto trastero lleno hasta arriba-, y nos permite que la realidad de estar sentados y sentir nuestra respiración nos traiga calma y, por momentos, nos vacía y nos permite vivir lo que somos. Y, si uno se vacía, cabe la posibilidad de traer nuevos amaneceres a nuestro interior.

La meditación nos trae calma y, ante la dispersión, la calma da claridad. La claridad es lo ligero frente a la densidad de lo opaco.

Sin darnos cuenta, nos hacemos densos, y ello solo trae reactividad.

La reactividad es una inconsciencia que nos evade del presente, pues es una carretera ya hecha y estructurada. Es más fácil irse en viaje organizado que a la aventura. Es más fácil tener miedo que no tenerlo. Tener la ventana cerrada que abrirla. Satisfacer mi ego permanentemente dejándole que cumpla todos sus deseos, que tener calma y vivir de un modo más simple, no permitiendo al ego que cumpla todos sus caprichos.

Lo ligero es ágil, lo duro quebradizo. La mente, cuanto más libre de cargas, más flexible se sentirá; el cuerpo, si es ligero, tendrá menos enfermedades; la respiración, si es fluida, suave y profunda, será más enriquecedora en todos los aspectos.

Es difícil huir de la densidad. Yo me dedico en mi profesión a dar clases de yoga, pero caigo una y otra vez en lo denso. Reconozco las construcciones y muchas veces añoro el horizonte del mar. Y trato de no desesperar, tener paciencia, y vivir dando lo mejor de mí como persona. Pero lo denso, la sombra, acecha. Por ello, busco la luz en mi día a día, tratando de dar conciencia a mis actos, tratando de vaciarme de las rutinas de sufrimiento abriendo todas las puertas que puedo. Tratando de ser ligero. No siempre lo logro, pero hago lo que puedo. Y voy avanzando como una hormiguita, voy disfrutando de lo hermoso de dar, de amar, de cómo ello te hace libre de tanta neurosis que nos puebla. Y soy consciente del juego de la ambivalencia, de ver que tras la noche viene el día, que tras la luna nos ilumina el sol.

Solo  puedo decir que mi hogar mora en mí y que, una vez que sea plenamente consciente de ello, me daré cuenta de que mi interpretación de la realidad será mucho más luminosa.


Puertas y ventanas abiertas para ver el hermoso cielo.


Soda Stereo - Cuando pase el temblor

viernes, junio 17, 2011

Un "limonsito", un amanecer y un mar amarillo


Desvelado, me levanto al amanecer y echo mucho de menos el campo, el aire, la tierra y al pequeño Poirot, al Prana, a Thor, y a Azabache, mis perros. A Coquelico y a Mariano, los burros. Amanece y amanece, y parto para el campo buscando algo, apaciguando un estado. Las fábricas siguen echando humo entre retazos naranjas borrosos mientras con el coche avanzo lentamente por la autovía.

En casa, todos me reciben alborozados, se les ha hecho muy duro ya no viva allí. Y empiezo con las tareas de llenar de agua los bebederos, que son muchos y he de hacerlo tranquilo para no desperdiciar el agua. Dejar preparada la comida para un par de días, apilar la paja para los burros y el pienso para los perros. Dejar el maíz y trigo para las gallinas.

He plantado frutales este año, por lo que debo estar permanentemente atento pues el sol ya es abrasador, y he de cuidarlos con mimo para que estos primeros años se hagan fuertes y crezcan adecuadamente.





He plantado entre otros árboles, un pequeño limonero, de sus pequeñas flores blancas ha nacido un pequeño limón, y la verdad, lo he visto hoy, y me ha enternecido. Las razones, "ni idea", no siempre hay razones  para los sentimientos.

Y la mañana ha ido pasando entre las faenas habituales, he procurado disfrutar cada momento que podía, y he permanecido en "escucha", en escucha de lo que sentía.


En un mundo donde todo va de prisa, donde nuestra frase preferida es "no tengo tiempo", el llegar al campo y ver como los arbolitos van a su ritmo, las sandías en el huerto al suyo, las gallinas ponen los huevos cuando les apetece, hacen que me encuentre con esa realidad en vivo, y eso me haga detenerme y decir "¿por qué tanta prisa?".

Hemos convertido las frutas, las verduras, los animales en meras maquinas de producir. Ni sabemos lo que comemos, ni de dónde viene. Las empresas tecnológicas producen semillas que sólo dan el fruto una vez. Ya no puedo guardar las semillas de un año a otro, he de volver a pagar por ellas.

Me gustaría saber ¿quién hace mi pan, quién cultiva mis tomates de la ensalada, quién ara esa tierra?. Me gustaría agradecerle su esfuerzo, su amor por lo que hacen.

El pequeño limón me enternece, y me alucina lo lento que crecen los árboles y la verdura, y como, si yo les cuido ellos me lo agradecen dándome su fruto, y los arboles su sombra, y de esa sombra surge un aire delicioso que me calma el calor de la piel. No estoy por encima en esta tierra. Compartimos algo: un modo de vivir, una intención en el fluir.

Vuelvo a la ciudad a las clases.

Flores amarillas me persiguen mientras vuelvo, son tan hermosas.

El tiempo siempre es mental. En yoga la postura, la asana me hace sentir mi cuerpo y mi respiración y me pone en contacto conmigo. Ahora en el campo, la tierra me conecta, su saber estar me enseña, me da la oportunidad de ser por breves momentos un velero que fluye en un sentir eterno y hermoso, olvidándome de trabajos, listas interminables, hipotecas y demás quehaceres. Me da aire.

lunes, junio 13, 2011

El pequeño arco iris


La felicidad, como los sueños, a veces son tan etéreos como el arco iris de la foto. Pero cuando se materializan nos llenan el alma de colores.


Hemos comentado alguna vez que muchas veces pensamos que la vida es lineal, que las cosas ocurren porque nos apetece, y que todo lo que pensamos o soñamos se cumple, y porque a veces todo eso no ocurre nos llenamos de infelicidad, o de frustración, o de enfermedad.

La vida está claro, no ocurre de acuerdo a nuestros parámetros, sino a los parámetros que su fluir lleva.

Es como si yo pensara: “ Tuve una vez un hogar en el campo, y un Centrito en Huelva”, y ahora al no tenerlo eso me hiciera infeliz. Y yo agarrado a ello pensara que los sueños vuelan y la vida te los roba, y que eso fuera una injusticia, y todo ello me produjera lo comentado anteriormente: infelicidad.

La meditación, la concentración, nos hace ver con claridad algunas situaciones y me hace pensar de otro modo:" Estoy muy feliz en mi hogar en la ciudad, me encanta diariamente regar las semillas que me permiten ser feliz, y la Asociación me colma pues plasma mi entendimiento del yoga, y me permite dedicarme a enseñar e investigar y ayudar, y todo ello me permite ahondar en todo lo que me hace feliz."

Lo que quiero decir es que uno si uno educa su mente desde la calma, desde una cierta ética, la vida de un modo natural va colocando todo en su sitio, sin tantos esfuerzos, sin tanto daño, sin tantas situaciones lineales, sin tantas frustraciones. Sin tantos nubarrones.

De tanto querer uno no se da cuenta muchas veces de lo que tiene delante, que es su propia realidad. De tanto desear uno se pierde. A veces estamos más atentos a lo que hace el otro, que de lo que es nuestra vida. Todo, a veces, es una excusa para la permanente dispersión.

Me gusta el yoga porque me permite estar conmigo, vivir mi realidad, observar como mis sueños unas veces vienen y otras van, mirarme con mis afectos y defectos, aceptarme, cuidarme de un modo permanente, amar de verdad, y no conformarme, ahondando en aquello que puedo transformar, de modo que el pequeño arco iris aparezca más veces, y yo pueda sentir sus colores en mi corazón.



Artículo escrito por Carlos Serratacó
Escuela de Yoga y Conciencia
Asociación Onubense de Yoga
Huelva, Junio 2011

martes, junio 07, 2011

En la ciudad


Por motivos personales ahora vivo en la ciudad. He vivido 16 años en el campo. Lo echo mucho de menos y vuelvo permanentemente para cuidar de él, pero ahora ya vivo en la ciudad. Lo realmente importante es que me encuentro mucho mejor de salud, y muy arropado y querido.


Noto mucho el cambio, por ejemplo, el ruido permanente de los coches, día y noche. Es como un fondo perpetuo que no para. Al principio me costaba mucho dormirme, ahora ya va todo bien y descanso por las noches.

Los olores son diferentes, hay más claridad de olores en el campo, aquí todo es más denso. Y por tener las fábricas pegadas a la ciudad noto muy claramente el olor de la contaminación.

En el campo se agudiza el oído, y ahora desde el piso, me llegan los sonidos de otros pisos, y doy nombre a los ruidos que oigo: “Se ha puesto a llorar el bebe de la de arriba”, “Se ha enfadado el de al lado pues está hablando muy fuerte a su mujer”. “Yo no oigo nada”, me decían en casa, y yo decía “pues yo lo oigo”. En el campo es importante tener el oído atento, por ejemplo a los ladridos de los perros, pues en la soledad, mis amigos los perros con su ladrido me avisaban si pasaba o no pasaba gente cerca, o si a lo lejos alguien se acercaba, o si había peligro. Y los burros con su rebuzno, si algún equino andaba por la zona, por los caminos. O los pájaros o la luz la hora que era.

El cielo también es muy diferente, hemos pasado de la inmensidad, de la profundidad a tener trozos de cielo.

Estoy contento de estar en la ciudad, como cuento, me ha costado adaptarme pero soy feliz, y eso es lo realmente importante, me hace gracia pues parece a veces que hubiera bajado de las montañas y estuviera domesticándome, y en realidad es así, me estoy domesticando de cuerpo, de emociones, de respiración, y socialmente a la nueva situación.

La ciudad me trae al Madrid donde me crié, y eso también me hace feliz.

Ahora tengo cerca las clases de yoga, ahora me encuentro más descansado, y no subo y bajo al campo diariamente. Todo se hace más fácil.

El yoga nos enseña a adaptarnos, a ser conscientes de las nuevas situaciones y a ser flexibles, a saber reconocer las resistencias y trabajarlas, a positivar las emociones, a reconocer el viaje y no el fin, y a pesar de las añoranzas y los recuerdos a vivir el presente entregado a él, sacando el jugo de las situaciones que nos pone delante la vida, a vivir la vida sin dar demasiadas vueltas a porqué ocurren las cosas.

Burning con Antonio Vega-"Qué hace una chica como tu..."
http://www.youtube.com/watch?v=veSPlR972Rk

Nacha Pop - La chica de ayer
http://www.youtube.com/watch?v=4xU12NYLj4k&feature=related





lunes, junio 06, 2011

Fin de un ciclo de Formación


Han sido tres años muy intensos.


 Han sido tres años muy hermosos, llenos de experiencias y aprendizajes mutuos.
Creciendo todos de la mano en un viaje largo, cargado de sentires, de corazones, de ausencias.Todos juntos.


El fin de semana acabamos la formación para profesores de yoga. Las semillas ya han florecido y cada flor campa libremente en su camino.

Devi Prayer - Hymn to the Divine Mother
http://www.youtube.com/watch?v=MZ0h1sb1IFI&feature=related


viernes, junio 03, 2011

Poesía de Benedetti: "Defensa de la alegría"




Defender la alegría como una trinchera

defenderla del escándalo y la rutina

de la miseria y los miserables

de las ausencias transitorias

y las definitivas



defender la alegría como un principio

defenderla del pasmo y las pesadillas

de los neutrales y de los neutrones

de las dulces infamias

y los graves diagnósticos



defender la alegría como una bandera

defenderla del rayo y la melancolía

de los ingenuos y de los canallas

de la retórica y los paros cardiacos

de las endemias y las academias



defender la alegría como un destino

defenderla del fuego y de los bomberos

de los suicidas y los homicidas

de las vacaciones y del agobio

de la obligación de estar alegres



defender la alegría como una certeza

defenderla del óxido y la roña

de la famosa pátina del tiempo

del relente y del oportunismo

de los proxenetas de la risa



defender la alegría como un derecho

defenderla de dios y del invierno

de las mayúsculas y de la muerte

de los apellidos y las lástimas

del azar

y también de la alegría

Poesía de Mario Benedetti


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