sábado, enero 30, 2010

Caminando por el bosque


Tenía ganas de dedicarme la tarde, tenía ganas que me diera el sol, tenía ganas de pasear a Mariano y sacar por primera vez a Coquelico de casa y andar por los bosques, tenía ganas que me diera el aire, tenía ganas de estar sólo, tenía ganas de sentir que Platero nos acompañaba en el paseo, de darle un homenaje, tenía ganas de disfrutar cada instante, tenía ganas de sentirme, respirarme, escucharme, de ahondar en el momento con la mente vacía disfrutando su sabor. Tenía ganas de vivir.

Cansado de ir de aquí para allí, de no parar, de no darme cuenta que en cuanto me despisto me robotizo en el hacer, sólo quería ver los bosques subido en Mariano con Coquelico al lado.

Estar en contacto conmigo me llena, y hoy en esos momentos me venía la música de Boccherini, una música que me hace inmensamente feliz.

En lo alto del monte con el bosque de fondo, allí mirando los arboles y el cielo, reflexionaba sobre el apego que sentimos por todo, y que queremos que perdure aquello que amamos, pero la vida es cambio, es mutación, y cuando aquello que amamos muere o desaparece de nuestras vidas surge el dolor, pero el dolor es otra semilla de la cual nacerá otra flor. Y si estamos ahí atentos podremos oler su fragancia y comer de su fruto.

Sólo, en ese instante, sólo en el vivir.

Boccherini: "La música nocturna de Madrid"


2 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Es cierto cuando la rutina nos absorve y esclaviza,hay que saber encontrar esos momentos para tí.
Particularmente también me sirve de gran ayuda el contacto directo con la naturaleza,en intimidad,
a solas,admirando toda la maravilla y hermosura que me rodea,amando lo que ven mis ojos y lo que no sintiéndome una partícula más en total armonía con la inmensa sinfonía del universo y en ese momento reencontrarme con mí otro yo,el que obligo a dormir casi a diarío.

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